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Que enredo éste tan abrumador ; más contagiados; menos camas de UCIS; más gente en la calle; más actividades abriendo puertas; más asesinatos de líderes sociales y desmovilizados; más producción de cocaína; más casos de corrupción; más intolerancia política….

Parece que nos hubiera llevado el diablo.

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Las cifras de desempleo son las más altas del vecindario y el anuncio de cierre de empresas es cada día mayor. Vivimos en una contradicción entre encerrados para no contagiarnos y para la calle a producir; entre tomar Ivermectina o aspirina; entre el sosiego de la distancia social y la incertidumbre de no saber para dónde va esto.

Sería lo normal estar todos remando para el mismo lado, para sacar el barco adelante; pero, vivimos en Locombia y cada uno está tirando para su lado, como si el naufragar fuera el propósito.

La pelea Uribista-Petrista está en su clímax; muy desacertados ambos; polarizando por medio de mentiras e insultos. Lo de Petro, de la desobediencia civil, para acabar con la autoridad que se requiera en estos momentos es un despropósito; Lo del Uribismo, acusando sin pruebas a los que les hacen oposición es un error mayúsculo, que termina beneficiando al megalómano de los billetes y de los carros de basura.

El lapsus del arzobispo, con la utilización errada del calificativo de genocida al gobierno, es lamentable ; no porque lo que diga su denuncia sea mentira, si no, por la trascendencia internacional del término en materia de derechos humanos. Le hubiese quedado mejor, señalar la pasividad del gobierno frente a este desangre, que acusarlo de genocida.

Y todo este caos sin JUSTICIA; la razón de los estados es la de impartir justicia rápida y eficaz, en Colombia, la justicia está agonizante y sin UCI donde curarla.

Día a día me convenzo más de la necesidad de una constituyente para modificar la justicia y elevar los delitos de corrupción a los más altos niveles de sanción.

Ñapa: No hay mal que dure 100 años, ni País que lo resista.

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