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Qué difícil es escribir sobre el momento político judicial de Álvaro Uribe y las consecuencias que la decisión de la Corte tenga, sobre el desarrollo institucional de la Nación.

Comienzo con decir que, en lo personal, le tengo gran consideración a Uribe. Habíamos advertido que, haberse bajado de su pedestal de expresidente y someterse a la Corte Suprema, para hacerse elegir Senador, era un inmenso error; desafortunadamente su mesianismo lo llevó a eso.

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Humanamente siempre he entendido que su sed de venganza contra quienes asesinaron a su padre, las FARC, ha sido una obsesión de su vida y, por eso, su oposición al proceso de Paz; pero, sin duda, esa actitud de vindicta ha causado un gran daño a la concordia nacional.

Negar la importancia del primer gobierno de Uribe, en la lucha contra la insurgencia armada, que la llevó a aceptar el proceso de paz y su sometimiento posterior, sería un desafuero histórico; lo mismo que su error de la reelección que nos llevó, entre otras, a los 8 años de Santos.

Su transformación de ser un liberal federalista, para convertirse en el jefe de la más conservadora extrema derecha, es un hecho histórico, solo comparable al de Nuñez, que pasó del ateo radicalismo liberal a ser un ícono de catolicismo conservador. Uribe por venganza y, Nuñez para que le anularán su matrimonio y poder vivir sin pecado con Soledad Román.

Este fallo judicial aumentará la polarización que empieza a dramatizar y a amenazar con desobediencias de todo género.

El argumento central de unos es que si los jefes de la guerrilla están en el congreso, Uribe no puede ser sujeto procesal. De los otros es que nadie, por notable que sea, está por encima de la ley.

Para mí lo importante es que no se confía en la justicia y hay razones para eso. Su politización desde hace años es manifiesta, lo mismo que su corrupción. Por eso, he insistido la necesidad de una constituyente, únicamente para una gran reforma judicial.

Mientras la JEP no condene a los jefes de las FARC e imponga sus condenas sustitutivas, habrá siempre el sentimiento de que, por qué a unos delincuentes sí y a otros no; eso va desde el asesino hasta el ladrón de celulares.

Se hace imperativo que, los fallos de la JEP empiecen a salir y, las FARC a confesar y reparar por sus delitos.

Aunque una cosa son los delitos cometidos en conflictos armados y otra los cometidos por particulares, el sentimiento colectivo de repudio a la impunidad total de algunos, trae una gran desazón social.

Siempre he creído, lo he demostrado con hechos, que se debe acatar la justicia, aunque nos trate con injusticias; por eso, no estoy de acuerdo con los que desde ya desconocen los fallos judiciales, por más que afecten a grandes líderes. Entre otras cosas, hasta Cristo se sometió y fue víctima de la Justicia; eso no cambió su grandeza, tal vez la acrecentó.

Víctima de su propio invento, se podría llamar este momento histórico.

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