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Al salir como gallinas del corral, corriendo, empujando y en infernal algarabía, de este fin del primer confinamiento, deberíamos de meditar sobre las cosas positivas que debemos mantener de estos meses.

Voy a mencionar las mías:

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Las asambleas virtuales de los edificios; siempre deberían ser así. No ver personalmente a la vecina(o) jodón(a) y ponerla en silencio mientras habla, es una maravilla que no puede terminar.

Los exámenes de laboratorio a domicilio. No tener que ir a hacer cola, con su frasco de orines y materias fecales, sin duda es extraordinario.

Las juntas directivas de las empresas y gremios; que delicia no tener que ir a la capital para participar en ellas. Poner en “mute” al miembro cansón que interviene en cada asunto y que solo se queja del gobierno.

Dejar los zapatos a la entrada de los hogares; sana costumbre japonesa. Prevenir, para siempre, la posibilidad de que entre el que pisó popó de perro en la calle es una bendición.

No tener que saludar a la suegra de beso y abrazo. El invento del distanciamiento social con la suegra, equivalente a la mitad de un kilómetro solar es uno de los más importantes del siglo.

Pedir a domicilio las cebollas, las piñas, los pesados garrafones de agua y las gaseosas 3 litros.

La firma digital para todos los trámites de la DIAN (Demonio Infernal Asesino de Nervios), es sin duda un remedio paliativo para los moribundos contribuyentes. No hacer cola para presentarlas en el banco y pagar los impuestos, alivia la entrada al infierno.

El exterminio, casi total, del uso de corbatas, adminículo reservado ahora solo para la alcaldesa de Bogotá y el Presidente. Tanto dinero colgado ahora en los armarios, en lugar de en los cuellos de los ejecutivos; gracias Covid19.

La abolición del beso en mejilla a los feos y las feas, debe continuar para siempre, para protegerles sus largas vidas. El beso selectivo es una conquista que no se puede perder.

Las consultas médicas por computador, especialmente las del urólogo. Basta poner el dedo en el «Enter» en lugar de nuestro culito; invento sideral.

La del ginecólogo no lo sé, pero, por las sonrisas de mis lectoras, supongo que es mejor mostrar la cuquita por video que personalmente.

El uso (ojalá de por vida) de tapabocas de la Canciller, la Mininterior, el Mindefensa, de los periodistas Juan Lozano y Ma. Jimena, «capul de burra» Duzán, es una medida profiláctica a la estética y a la salud mental de los infantes.

Ñapa: Recibo sugerencias para otro susurro de cosas que se deben conservar por siempre.

 

 

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