Por: GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL
Si algo puede cambiar velozmente en estos próximos 48 días de interregno entre la salida del presidente Duque y la posesión de Petro el 7 de agosto, es el tema de la paz. La terquedad incalificable de interrumpir hace 4 años las negociaciones que venían llevándose a cabo con el ELN en La Habana nos ha costado muchas vidas, nos ha obligado a muchos dolores y llenado de más cruces los cementerios y de más angustias los hogares de determinadas regiones de la patria.
Recuerdo dolorosamente la masacre de los cadetes de la Policía en la Escuela de Bogotá y los daños irreparables a un proceso de paz que si bien fue llevado a regañadientes por Duque y su combo, se desprestigió debido a toda la violencia causada por la terquedad de no seguir hablando con los elenos en La Habana y el afán comercializador de las llamadas disidencias de las Farc.
El Paro, con mayúsculas, que vivimos hace un año, ya se sabe que fue financiado en gran parte por el ELN y es desde aquél escenario de horror que el país abrió los ojos y comenzó a entender las motivaciones de las fuerzas de la Primera Línea, mal manejadas por el inerte gobierno de Duque y quienes con su atrevimiento juvenil le metieron combustible al cambio que Petro repicaba.
Volver real ese cambio e impedir que el país repita errores está a la vuelta de la esquina. Bastaría anunciar desde ya que esos diálogos se reanudan. Sería fácil pues estarían ayudados por la bendición del papa Francisco, contertulio de Petro, para nombrar este 29 de junio, el día de San Pedro y San Pablo, a los nuevos comisionados de tal forma que estén listos el 7 de agosto asumiendo sus funciones con los primeros decretos presidenciales.
Y lo más justo y acertado sería que esa comisión la presida la vicepresidente Francia Márquez, que ha hablado casi siempre como víctima o como vocera de todos los desaparecidos en esta guerra inconclusa. Y, obviamente, que de ella haga parte Álvaro Leiva, quien desde cuando puso a Andrés Pastrana antes de posesionarse a conversar con Tirofijo lo mandaron al cuarto de rebrujo y no le volvieron a utilizar ni sus conocimientos ni habilidades.
Con los Elenos hay entonces que conversar y hacerlo en el mismo tono esperanzador con que se realizaron los diálogos de Maguncia, pese a que en ellos estaba presente la pareja de los esposo Mauss, tan vilipendiados por ciertos sectores, pero tan capacitados para generar el clima de acercamiento de ese esfuerzo fallido del convento de La Puerta del Cielo,donde se realizaron las reuniones con el patrocinio de la iglesia alemana hace 24 años.
Ahora Petro, apelando al papa Francisco, tiene muchas más herramientas para conseguir que las interrumpidas conversaciones de La Habana se rehagan y den frutos prontamente.