Por: GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL
Mientras en Colombia la venganza sea un sentimiento que se sobreponga a cualquier otro, quedará muy difícil hallar el camino para salir juntos adelante.
Por estos días dos personajes de la vida nacional han adoptado actitudes públicas que nos hacen temer que en el inmediato futuro tengamos a la venganza como herramienta del poder.
La determinación de la vicepresidente Francia Márquez de negarse a conciliar con la señora energúmena que fue grabada insultandola y se volvió viral en redes su ofensa, encierra en el fondo un acto de venganza así se diga que es la justicia la que debe fallar.
La vicepresidente dijo, y hasta razón tendría en decirlo, que se cansó de optar por las conciliaciones en el contexto judicial y que preferirá irse hasta las últimas consecuencias contra quienes la discriminen por negra.
Si ella ya no fuese quien reemplace al presidente de la república en caso de ausencia temporal o definitiva su argumentación sería válida, pero dado el carácter de que está investida, no puede negarse a una fórmula judicial como la que facilita la ley buscando conciliación ni tampoco al sentimiento humanitario del perdón que ella debe tener en su mochila de procedimientos éticos.
Casi al mismo tiempo el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, usó el twitter para menospreciar al profesor Julián Vásquez quien usó la fórmula legal de la retractación y conciliación ante una ofensa cometida contra el alcalde, y salió a decirle que existían tipos como el profesor, muy bravitos en el twitter y muy “gallinas” ante la Fiscalía.
Aunque no es de extrañar ese lenguaje del señor alcalde pues ya hace un par de semana atrás había mandado, también por twitter, a vender paletas al excandidato presidencial Federico Gutiérrez por criticarle, en ambos casos se hace evidente que ni Francia ni Quintero perdonan, así pierdan o ganen en un fallo judicial que buscaría enseñar a sus críticos.
Ambos, Francia y Quintero pueden ser en el futuro presidentes de la nación. Ella como mujer verraca asumiendo responsabilidad en caso determinado por la ausencia presidencial y el de Medellín construyendo, como lo está haciendo, su candidatura presidencial. Pero para el futuro de Colombia sería mejor que la una y el otro aprendieran a usar la palabra perdón y no sean símbolos de la venganza.