Gardeazabal

Por: GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL

Aun cuando nadie esperaba que de esa cabeza tapada con tan gigantesco sombrero surgiera una idea inteligente, el presidente Castillo del Perú produjo tal cantidad de torpezas en su último día como mandatario que terminó en, menos de dos horas, cerrando el Congreso, repudiado por sus ministros, frenado por militares y policías, destituido por los mismos parlamentarios a quienes había mandado a freír espárragos y preso en una prefectura de Policía, acusado de intentar un golpe de estado.

Fue tanta su torpeza que no alcanzó a medir como escapar del palacio presidencial y llegar a una embajada a pedir asilo. Pero aunque desde el primer momento mostró que a más de ignorante era un tonto de capirote y comentaristas de la realidad peruana advertíamos de sus falencias y de su peligrosidad, el capítulo final vivido por el antiguo maestro sindicalista, no se esperaba.

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Los que si estaban aguardándolo eran sus antiguos compinches de la izquierda extrema peruana, que le fueron abandonando poco a poco en la medida en que Castillo, por su ignorancia o por su ambición egoísta no les llenó el buche.

Y como la historia se repite, la izquierda latinoamericana acaba de perder un bastión y de demostrar una vez más que nunca han sido capaces de cohesionarse para ejercer un mandato claro, contundente y zurdo de verdad, y que las divisiones intestinas terminan siendo siempre superiores a sus deseos de ejercer el poder gubernamental.

Castillo era de la línea más extrema de los zurdos peruanos. Tenía visos, como serrano, que lo hacían parecer a un maestro guerrillero de Sendero Luminoso, pero como inicialmente se hizo distinguir por un sombrero gigantesco, sus defectos y ambiciones no se notaron y solo sus amigote de la izquierda se las pillaron.

Colombia no es Perú. Hay un gigantesco kilometraje entre Castillo y Petro. La ignorancia del peruano choca con la sapiencia y astucia infinitas del colombiano. Pero ambos eran zurdos que llenaban de esperanza a muchos. Ojalá que a Petro, por encima de los grupúsculos en que ha dividido equivocadamente su gobierno de izquierdosos con ambiciones económicas camufladas, no lo vayan a disolver como a Castillo.