POR: EDUARDO CAICEDO S.
Solo o acompañado, quien no a disfrutado una fresca tarde en un balcón.
Propio o ajeno, ese mágico lugar de la casa, nos transporta a lugares del ayer, de hoy y de siempre, divisar desde allí un futuro cercano, nos libera emociones, que nos acerca a la época de cuando niño, pensábamos meditabundos, el que, nos traería la vida.
Palabra aguda de dos silabas, derivada del idioma italiano, (Balcone) que a su vez viene del idioma germánico “Balko.” (Viga).
Definido en la arquitectura como “HUECO EN FACHADA, CON PLATAFORMA Y VIGAS DE SOPORTE,” el origen de este singular sitio de la morada que se habita, data desde los tiempos antiguos como Mesopotamia, India y Egipto, posteriormente tuvo mucho auge en la era Premoderna del mediterráneo en los climas cálidos, hasta llegar a las Américas y hacer su primera aparición en una fachada en Lima, en el siglo XIX.
Desde allí, hemos visto pasar, crecer, vivir, morir, nuestro vecindario, miles de historias han pasado por debajo de sus vigas, familia, vecino y amigos han disfrutado de sus atardeceres,
un buen café, un vino, una cerveza, son y serán siempre bienvenidos allí.
Historias que van y viene, del ayer y de hoy, siempre quedaran guardadas en el eco de sus rincones, siempre un nombre, un acento, un apodo familiar, rondara por sus paredes, y de allí extractaremos, las mejores crónicas, las mejores anécdotas, las mejores historias, de nuestros mejore tiempos, donde el ayer es hoy por la magia de la pluma, donde el mañana por siempre brillara con letras de oro.
Bienvenidos amigos lectores, a este mundo del recuerdo, que es de todos, todos tenemos algo grato que recordar, y nuestra labor honesta será el traer nuevamente, esos maravillosos días, que vivimos, desde “EL BALCON”.