Por: Gustavo Alvarez Gardeazabal
El señor ministro del Interior, el vallenato Daniel Palacios, no se ha distinguido ni durante el viceministerio que ocupó, ni ejerciendo como Ministro del Interior, como un funcionario lúcido y sensato. Mucho menos como un ministro conciliador, como es de esperarse en quien ocupe este cargo donde se equilibran intenciones y protestas y se arma el tinglado político del país.
Envalentonado por ser uribista y ensoberbecido por ser muy cercano al Ubérrimo. Bañado en la estulticia juvenil en más de una oportunidad, ha pretendido maquillar su ambición y su vanidad con un tonito de gallo de pelea, que por supuesto le ha ocasionado más que mala imagen al gobierno de Duque. La semana anterior formó la gorda con los obispos del Chocó. Usando la misma táctica que su jefe inmediato el presidente de la República. En vez de acudir al diálogo que los obispos del Chocó provocaban ante la difícil situación de orden público que se vive a lo largo y ancho del departamento, pero que los colombianos desconocemos, el ministro Palacios prefirió llamar “falso y extravagante” el escueto y asustador informe que los obispos de Apartadó, Quibdó e Itsmina presentaron.
Como la verdad de las situaciones que vive el Chocó no existen para el gobierno bogotano,las guerritas que se viven desde las orillas del golfo de Urabá hasta la desembocadura del San Juán no existen por decreto imperial de la Casa de Nariño. En consecuencia , el muy bocón ministro prefiere calificar como falsos y extravagantes a quienes identifican el problema porque lo viven diariamente y tratan inútilmente de palearlo con gestos y soluciones porque las oraciones se agotaron.. En el Chocó, aunque no se admita ni en Bogotá ni en Cali ni en Medellin ni en Valledupar, hay enfrentamientos con los elenos, con las disidencias,con los restos del clan de Golfo,con los nuevos paracos y, lo que es peor, igual que en Arauca, entre varios de esos grupos unos con otros. En el Chocó hieden la explotación minera ilegal, el cultivo, el procesamiento y el tráfico de drogas junto con el de oro y platino y nadie cree en sus autoridades,porque ellas van y vienen de las cárceles.
Allá rige la ley del silencio o la del soborno,las elecciones son compradas y vendidas por las cooperativas de contratistas que reemplazaron a los partidos políticos. Allá los desplazados abundan porque recuerdan que lo de Bojayá puede repetirse si no salen corriendo y corren peligro si se esconden en una iglesia. Pero como es el Chocó y para muchos bogotanos es apenas un corral de negros y para el ministro Palacios todo lo que le cuenten es extravagante, los obispos y la sociedad civil clausuraron a su pesar la mesa de diálogo del pasado viernes y están esperando que el presidente Duque se entere y mande otro ministro para que asuma el problema porque el bocón que desempeña las funciones de ley no da pie con bola.