VIOLENCIA ES PERDER
Por: Horacio Gabriel Jeremias
Escritor Argentino
La violencia a menudo se ve en las calles de cualquier país del mundo, sobre todo cuando hablamos de América latina o de países con bajos recursos, donde la desigualdad es muchísimo más alta. La pobreza y el abandono por parte del estado conforman los cimientos para la estructura de una sociedad violenta e intolerante, se visibiliza las veinticuatro horas del día en la televisión y los informativos, se proyecta en cines, se escucha en canciones y se lee a diario en los grandes medios hegemónicos sembrando odio y resentimiento.
Esta es la semilla que germina infundada en el desprecio por el otro, por el diferente, por aquel que no piensa o razona de la misma manera. Nacemos desprejuiciados, pero con el tiempo vamos absorbiendo lo mejor y lo peor de la sociedad que nos rodea, capitalista, materialista y altamente competitiva. Una perfumada jungla de cemento donde aún rige la ley del más fuerte, del poderoso.
Ya desde pequeños nos imponen los estereotipos de lo que está bien o mal, de lo que hace un hombre y una mujer, nos sexan, nos limitan, nos separan. Etiquetados por color de piel, religión, club de futbol, estatus social, condición política y una infinidad de conceptos arcaicos que claramente nos une, o separa, unos de otros. Conceptos que adquirimos sin consentimiento, de forma violenta, en principio los heredamos de la familia, desde la educación primaria y según el entorno donde nos toque crecer.
Decimos violencia y lo primero que pensamos es en una pelea callejera provocada por una riña automovilística, un asalto a mano armada, una balacera entre pandillas, en una batalla campal provocada por los barras bravas de futbol o tal vez en la represión policiaca ante la manifestación de una sociedad cansada, que reclama y lucha por adquirir libertades, que a simple vista son para unos pocos afortunados, un puñado de bien parados.
Es la potencia de todas nuestras miserias: la discriminación, xenofobia, homofobia e intolerancia como grandes disparadores de esas emociones violentas, la no aceptación a lo que no cabe en ese estándar modelo.
La diversidad es un modo de autodefensa cultural, que permite camuflarnos de esa matriz oscura y selectiva, en el mestizaje podemos ocultarnos de sus etiquetas y de ello depende la subsistencia de los pueblos, su cultura y esencia. Históricamente fuimos atravesados por invasiones, guerras, violaciones, abusos y somos el fruto de todo eso, una cicatriz que sana con el paso del tiempo y la toma de conciencia en las nuevas generaciones, pero es un proceso largo, lento y doloroso.
Citando al gran filósofo francés Jean Paul Sartre. “Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros”. Hoy entiendo que violencia es no descubrirse uno mismo, en no cuestionar nuestras creencias y permanecer aletargados en lo que hicieron de nosotros. Violencia es perder el rumbo hacia una sociedad más justa, inclusiva y tolerante donde cada individuo tenga plena libertad para desarrollarse de la mejor manera posible, ¡ hay que dejar de mirar para arriba y ver más a los costados ! @gabrieljeremiasoficial.