Por: Gustavo Alvarez Gardeazabal
El país no ha valorado en toda su dimensión el drama de la abuela de 86 años que fue sorprendida robando en el supermercado Super Inter de Santa Rosa de Cabal, en el departamento de Risaralda. El hecho que fue divulgado ampliamente por distintos medios encierra una tremebunda enseñanza a una sociedad adormecida, a un estado manejado por mentirosos o lo que es peor, por descuidados.
La abuelita en mención fue pillada en ese supermercado por el vigilante intentando robarse 3 libritas de arroz. Inmediatamente se llamó a la Policía para que la detuvieran y según lo narran los periodistas de Manizales y Pereira, cuando los policías vieron a la viejecita y le preguntaron por qué estaba robando, ella apenas atinó a decir “ tengo hambre”. No se sabe que es más desgarrador si el gemido desesperado de la abuela buscando como poder comer algo o la actitud del administrador del supermercado insistiendo ante los agentes del orden para que se la llevaran presa porque ellos dudaban hacerlo ante el drama humano que presenciaban.
Pudo más la amenaza del insensible empleado del dueño de esa cadena de supermercados de que los denunciaría ante la Procuraduría, la Defensoría y la Fiscalía si no procedían a capturarla y la abuelita con sus 86 años a cuestas fue a dar a una celda para detenidos. Finalmente, dicen las versiones oficiales consultadas, el alcalde de Santa Rosa intervino para liberarla y ahí sí la incluyó en el programa que su dependencia de Desarrollo Social y la Comisaría de Familia afirman tener para alimentar ancianos y dizque le llevó un mercado. Por supuesto para que el cruel administrador del supermercado no acuse a los policías, el proceso contra la anciana hambrienta debe seguir por el robo de las 3 libras de arroz.
El alcalde dice que también le prestará ayuda legal para sacarla avante de las garras de la justicia. No se si las otrora llamadas fuerzas vivas de Santa Rosa de Cabal ya habrán salido a la calle a protestar o estarán pregonando de casa en casa que a ese supermercado no se debe volver porque la crueldad no se puede premiar. Pero lo que si se después de este drama es que los alaridos de los funcionarios del gobierno Duque que salieron a rasgarse las vestiduras porque algunas entidades internacionales comunicaron la semana pasada al mundo que un crecido porcentaje de colombianos se están acostando con hambre, se van a tener que tragar sus enfurecidas palabras. Hay hambre señor presidente, no lo niegue. Hay millones de colombianos que si almuerzan no comen. Hay hambre y hay abandono de los ancianos hambrientos, no lo niegue señor alcalde de Santa Rosa. Y lo peor es que el hambre no se arregla comprando y vendiendo los votos el 13 de marzo para elegir a los sinvergüenzas que se ufanan de ser congresistas. El hambre se calma con comida.