Por: Gustavo Alvarez Gardeazabal
Tres actuaciones de los últimos días del presidente Iván Duque han renovado las dudas que muchos en el país hemos tenido sobre si él, de verdad, estudió Derecho aunque oficialmente está comprobado que sí se graduó en la Universidad Sergio Arboleda. El primero de ellos está latente y si bien es más de nivel ético, no deja de ser fruto de una repetida interpretación jurídica equivocada y con el mismo sujeto: el director de la DIAN.
Cuando el nombre del señor Junco apareció en los papeles de Pandora y él reconoció que había abierto por lo menos una cuenta en Delaware para capar impuestos en Colombia,el presidente Duque salió con su frasco de teflón y lo bañó de pies a cabeza diciendo que eso no era delito así fuera el señor de la DIAN, quien por ley debe investigar, perseguir y sancionar a los capadores de impuestos. Unas semanas después la Universidad Nacional descubrió que el mismo señor Junco y su familia a través de una empresa legalmente constituída estaban participando en una milmillonaria licitación de carácter nacional y el señor Duque, interpretando otra vez la ley que debieron enseñarle en la Facultad de Derecho de la Sergio, lo cubrió con el mismo teflón y aceptó que como se había retirado de socio de esa empresa el 3 de enero de este año, (cuando ya concursaban), no había ninguna falla jurídica.
No para allí el abogado Duque. Por los días de la declaración remota de la señora Merlano ante la Corte Suprema desde su lugar de detención en Venezuela, el jurisconsulto Duque no vaciló en afirmar que “esa señora se le voló a la Corte Suprema,no se me voló a mí”, olvidándose que ella estaba bajo custodia del INPEC, entidad gubernamental y lo peor aún, creyendo que como había sido juzgada por la Corte, es esa entidad la que maneja a los presos que juzga o condena. Y para ponerle la cereza al pastel y demostrarnos que tenemos razón en dudar sobre si de verdad estudio Derecho, el mismo día en que la Corte Constitucional falló sobre el aborto, el abogado Duque, presidente de la república, salió por la cadena de los Ardila Lulle a decir que “ los grandes temas de la sociedad no deberían ser decididos por un grupo de cinco personas que pueden tener mayoría en una corte”. Independiente de que a él, como a muchos colombianos no les guste ese fallo, el presidente de la nación debe respetar a la máxima Corte porque no solo así se lo manda la Constitución sino porque en la Sergio, si él de verdad estudió Derecho, deben haberle enseñado sobre la separación de poderes y por qué las cortes constitucionales son universalmente órganos contramayoritarios.