La política colombiana sigue aferrada a los esquemas de una política ausente de todo realismo; hay un empeño en no hacer posible una política en donde se respete la diversidad y se trabaje por el país. Al parecer, son muy pocos los que entienden que los absolutos en política no existen.
Colombia tiene que repensarse la interpretación de la realidad política en donde el ejercicio del poder tenga miradas de 360. Es decir, donde todos tengan oportunidades de proponer y construir sin negarnos que somos unos y otros diferentes.

Se debe entender que estamos ante un cambio tras el estallido social de abril mayo 2021. Esa es la realidad del mundo cambiante en que vivimos. El empecinamiento en que las cosas sigan igual no es posible. No se aceptará que cada gobierno sea una copia de la copia de la copia; y se repitan las no soluciones y se justifiquen con el espejo retrovisor lo que no se hizo.
Seamos claros: La derecha ha sido incapaz, la izquierda radical igual. Los ricos son cada vez más ricos, los corruptos impunes y los pobres más pobres y la clase media agotada.

¿Por qué no aceptar un de cambio moderado? ¿Por qué no aceptar que la mirada de otros es posible con un real contrapeso entre ejecutivo y legislativo?
La política de éxito, no es de izquierda o de derecha, es realista. La política exige convivencia, consensos para una deseada gobernabilidad donde lo público y lo privado jueguen para que la dignidad y los derechos de todos.
Los colombianos, tienen que comprender, estar abiertos a descubrir las otras miradas y esas otras miradas no son demoniacas. Aceptemos que el péndulo ya comenzó a moverse en la política colombiana como sucede en la mayoría de los países del mundo. Solo las dictaduras encubiertas o no, permanecen inamovibles como Cuba, Rusia, Corea del Norte y Colombia.
Estoy convencido que estamos ante un cambio que no busca rupturas, busca convivencia entre el empresariado privado, el capital extranjero y un mejor gobierno de lo público. Ellos ya están conversando, lo sé.

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El próximo presidente necesitará espacios de gobernabilidad para hacer posible lo que no han hechos decenas de gobiernos con todas las mayorías en sus manos.
Es el momento de la inteligencia colectiva sin negar el riesgo de caer en populismos inevitables y en políticas sociales incumplibles y en un paternalismo oficial nocivo. Es hora de que los colombianos valoren la necesidad de convivir y procurar escenarios democráticos y salir de esas trincheras de bandos. El péndulo, volverá atrás en su momento, así es en la vida real.