Gardeazabal

Por: GUSTAVO ALVAREZ GARDEAZABAL

La noticia fue sorpresiva pero muy bien acogida por quienes detestan al antipático señor Mattos. El presidente de la nación, en uso de unas facultades que muy pocas veces ha usado destituyó fulminantemente al Director del Inpec, el general de la Policía Mariano Botero y al Director de La Picota,el coronel Wilmer Valencia Ladrón de Guevara. La razón fue un informe de Noticias Caracol que demostraba, con imágenes y documentos, como el señor Mattos pudo salir de la cárcel donde esperaba a la culminación de su juicio gracias a un permiso para cita médica y, de paso o por añadidura, arrimar a su oficina donde le esperaba por lo menos el prestigioso jurisconsulto que le acompaña en la defensa de su caso. En ningún momento el señor Mattos pretendió fugarse ni mucho menos repetir la hazaña de la senadora Merlano cuando se fugó espectacularmente mientras asistía a una cita odontológica.

Pero como el presidente Duque había sido picado en su orgullo y había pretendido vana y equivocadamente acusar a la Corte Suprema de permitir la fuga de una reclusa puesta a ordenes del Inpec, la reacción en el caso de Mattos fue inmediata y contundente. Se desconoce si al general Botero o al coronel Valencia los llamarán a calificar servicios. Pero como lo que en verdad pudo haber pasado para que se generara una laxitud en el manejo del permiso al detenido, no se puede decir porque no hay como comprobarlo,la furia jupiterina presidencial puede terminar igual que la destitución del coronel Bayona en la Escuela de Policía de Tuluá, desmoronada por una tutela. Tal situación, empero,sirve para comparar lo que no ha sucedido con el doctor Junco, el Director de la DIAN, a quien se le demostró que si había abierto en el exterior una o más cuentas para capar impuestos y que la empresa familiar de la cual era socio hasta el 3 de enero participó en la licitación milmillonaria del Runt, antes de que él se retirara de la compañía en mención.

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En el caso del general Botero pueden achacarle hasta alguna muy discutible prevaricación por omisión, pero en el caso del doctor Junco ante los ojos del país, no del presidente de la nación, es mucho más grave y raya con lo delictuoso o por lo menos con la ética del funcionario público de un gobierno que pregona la honestidad como su brújula. A Botero lo destituyeron por lo que hizo un subalterno. A Junco lo reforzaron en su puesto por lo que él mismo ha hecho y que en la ciudadanía causa estupor.