GABRIEL JEREMIAS

Tabú es la conducta que escapa de nuestra capacidad de comprensión y aceptación o conducta señalada como fuera de lo normal. Están relacionados, en la mayoría de las ocasiones, con la sexualidad orientados más bien hacia desviaciones y obsesiones sexuales.
La sexualidad ha estado siempre rodeada de mitos y tabúes que han desvirtuado y desviado la atención de lo que realmente es y su importancia a la hora de constituirnos como seres sexuados. Esto, unido a la ansiedad que provoca el secretismo y el desconocimiento, ha provocado más penas de las necesarias en muchas personas, materializandose en angustias y dificultades sexuales. Dotar de un lenguaje claro a la sexualidad, lejos de mitos y tabúes supersticiosos, es la base de una buena educación sexual, donde la claridad, la transparencia, la ciencia y las emociones que suscita, nos permitirán vivir nuestra sexualidad de una forma sana y natural.

Desde siempre ha ocurrido que cuando en una sociedad, un hecho da vergüenza o se considera “reprochable”, se adorna de eufemismos o se silencia. Los mitos alrededor de la sexualidad son fruto de silenciar algo tan evidente y poderoso que no puede ocultarse, pero que se ha callado y por lo tanto se desconoce. Es entonces cuando los chismes, dimes y diretes aparecen, y así los mitos tratan de explicar lo que se ha censurado, desde la ignorancia y el miedo. Quizá la pregunta que deberíamos hacernos con todo esto es ¿por qué nos ha avergonzado la sexualidad o se ha considerado reprochable? La sexualidad nos conforma y es parte de nuestra identidad, nos expresamos, relacionamos y amamos a través de ella. La sexualidad no es únicamente la expresión de una función biológica por y para la reproducción, esta visión generadora de un coitocentrismo exagerado en nuestra cultura generalmente esta infundada por los dogmas y costumbres religiosas.
Los mitos han generado creencias populares que es bueno aclarar, para dar luz e información veraz, lejos del miedo. En este artículo te mostramos algunos.

5 Tabúes sexuales que no son verdad

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1. “El tamaño del pene importa”
La eterna pregunta… El hecho de que un pene mida más o menos centímetros no es relevante para el placer ya que la sensibilidad de la vagina y el ano no se encuentran en puntos muy profundos (en la vagina, por ejemplo, la mayor sensibilidad está en el tercio exterior). Entonces, ¿por qué hay personas que se fijan en el tamaño? Precisamente por el mito del tamaño hay personas que prefieren que el pene sea grande porque les causa una mayor excitación su apariencia, pero realmente las sensaciones sólo cambian si es demasiado pequeño (inferior a 8 cm en erección) o demasiado grande (ya que puede producir dolor).

2. “No tener orgasmos durante la penetración es un problema”
En parejas heterosexuales es una preocupación común. Sin embargo, la mayoría de las mujeres necesitan una estimulación directa del clítoris para alcanzar el orgasmo (y durante el coito la estimulación de este órgano suele ser indirecta).
Además es un error distinguir entre orgasmos vaginales y clitoridiales; el orgasmo es una respuesta fisiológica única, sea cual sea el estímulo por el que se llegue a él.

3. “El sexo anal está relacionado con la orientación homosexual”
Esto parece muy básico, pero es un mito que aún persiste. El desconocimiento de la estimulación anal provoca miedos a que sea dolorosa, a que descubra “tendencias ocultas” … ¡cuando lo bueno que tiene, es que todo el mundo puede disfrutar de ello! Es especialmente frecuente entre muchos chicos heterosexuales tener curiosidad o deseos de llevar a cabo la penetración anal a una mujer al mismo tiempo que experimentan rechazo ante la idea de recibir estimulación anal por la presencia de creencias homófobas.

4. “Los hombres tienen ganas siempre”
La idea de que a ellos les tiene que apetecer siempre, además de generar mucha presión, no es cierta. El deseo y la excitación de cualquier persona varía en función del ánimo, momento del día, estado físico, etc. Las variables del entorno y cómo nos encontramos, son fundamentales en cualquier persona para alcanzar la relajación suficiente que nos lleva a desear o excitarnos.

5. “Hay que probarlo todo para estar sexualmente liberada/o”
La sexualidad y erótica es algo íntimo y muy personal, y no tiene por qué apetecernos o gustarnos todo. Muchas personas creen que si no lo prueban todo no se han liberado sexualmente o tienen algún problema, y nada más lejos de la realidad, respetar nuestros gustos y apetencias, así como las de la pareja en la experiencia, es lo importante para una sexualidad sana y de disfrute, sin presiones ni “deberías”.