Los hechos históricos que configuraron nuestra sociedad han confirmado a los seres humanos su capacidad de trascender; sin embargo, la Revolución Francesa fue el único hecho histórico que arrebató este conocimiento a las personas. La razón de esta afirmación se resume en que pertenecen a esta etapa histórica la base teórica y fundacional del concepto que hoy conocemos como “ideología política”, una de las causas de la crisis identitaria y el arma más letal de nuestro tiempo.
Una ideología política puede definirse como el conjunto de ideas, creencias que los seres humanos tienen sobre el régimen político y la vida en sociedad. Estas proponen sistemas “ideales” de gobierno a partir de generalizaciones o simplificaciones de la realidad, priorizando subjetivamente según el fin político que persiguen conceptos como libertad, mercado, roles de género, igualdad, Estado, entre otros. No obstante, y a diferencia de una filosofía esta requiere de la emotividad, identificación, agrupación y acción para su realización. Una ideología que no actúa políticamente no puede ser considerada como tal, así es cómo se han conformado muchas de las ideologías de nuestro tiempo.
Y es en la “identificación” donde radica el riesgo, pues siendo las ideas compartidas la base de pertenencia a un grupo, se homogeniza nuestra individualidad en la masa ideológica, subyugándose nuestro criterio a los axiomas que grupalmente compartimos. Van Dijk veía a la identidad como aquella edificación cognitiva compuesta por los ladrillos que definen lo que somos. Quien fue capturado por una ideología ha edificado su ser con los “ladrillos” (conceptos, principios, posturas y límites) de esta. Por lo tanto, el ser humano ha elegido en libertad su peor razón de opresión. Desde el análisis reduccionista de la guerra ruso-ucraniana según el libertarianismo, ponderar qué posturas permite asumir el conservadurismo si se opta por seguirlo, la solución de la violencia mediante el feminismo, hasta el uso político de la biología por el eugenismo.
Tan letal puede ser la defensa fanática de una ideología que es capaz de legitimar la muerte de los llamados “menos valiosos” en nuestra sociedad. Así es cómo el movimiento eugenésico promovió su ideología a través de su revolución violenta contra el “distinto”. Siendo ayer el día internacional del síndrome de Down es importante reconocer algunas cifras: el 96% de los casos diagnosticados terminan en aborto según un estudio de frecuencias realizado en Asturias y en el Hospital de Torrejón (Madrid) el 95% de las embarazadas se realiza un aborto al descubrir que su hijo posee este síndrome.
Los ideólogos de la Revolución Francesa establecieron la visión maniquea de la creencia en la cultura: un Dios reducido a lo privado (cristianismo, fe) y otro a lo público o mundano (ideología). Priorizando este último y con ello la aversión de la moralidad en el hacer política, evitando lo interdisciplinario y legitimando el simplismo. Si no nos damos cuenta, seguiremos siendo huérfanos sociales y adoptados intelectuales.