Durante los últimos días nuevamente apareció un escándalo en el que está involucrado el rector de la Universidad Sergio Arboleda por tráfico de influencias, situación que se le suma a la historia de actos de corrupción del actual rector y que involucra una larga lista de ex ministros, ex magistrados, periodistas, políticos, fiscales y ex fiscales generales que busca obstruir la aplicación de justicia.

Esta situación denunciada por el periodista Daniel Coronel produce una gran preocupación en el contexto social y político, pero sobre todo, en el ámbito académico, dado que el rector Rodrigo Noguera da entender que ética es un asunto cosmético de la cual se puede prescindir para alcanzar los fines que le favorezcan, es decir, que para este señor “el fin sí justifica cualquier medio” cosa que nunca dijo Maquiavelo, pero a quién se le acusa de esta expresión.

La relación Ética y universidad es un vínculo indisoluble porque la educación es en sí misma una praxis ética, es decir, que la educación es ética o no es educación, si la universidad renuncia esta dimensión estaría renunciando a su carácter, a su esencia. Esta afirmación y esta práctica del rector es un exabrupto que atenta contra las funciones sustantivas de la universidad y fractura en lo más profundo de su ser a la academia.

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La universidad tiene una responsabilidad social de la formación de una ciudadanía con altura ética y política, y esta tarea no se puede delegar, ni mucho menos estar al servicio de los interés ideológicos, políticos, religiosos, de personas o grupos que prostituyen su carácter y su misión.

Lo que demuestra la afirmación del señor Noguera y de su práctica es la visión que está presente en la sociedad y en muchas personas que tienen a su cargo la dirección de las instituciones educativas de considerar la ética como una práctica innecesaria. Hasta en esto existe una doble moral, hacemos discursos acerca del valor de la ética, pero a la hora de proponer un currículo visible -o invisible- encontramos un abandono o deterioro de la ética en las dinámicas, directrices y prácticas administrativas y académicas de las universidades. La ética no puede ser una práctica cosmética en la universidad, esto es darle un golpe contundente a su función más importante.

Lo triste de este asunto es que esta problemática no es un asunto aislado, sino que se está haciendo costumbre en la realidad colombiana. Esto nos pone muy lejos de la salida a la crisis social y política, porque la académica debe ser la conciencia crítica, la académica debe ser voz que grita con fuerza que “no todo vale”. La academia debe recobrar su lugar, su independencia y luchar por su autonomía para que la podredumbre con que se dirige la política no permee la conciencia y la praxis de la universidad. Estamos ante la urgencia de recuperar la ética como una tare necesaria y urgente en la práctica académica.

Finalmente, estoy convencido que los fundadores de la Universidad Sergio Arboleda nunca se pensarían la universidad para agenciar los fines no muy nobles de un grupo político o ideológico de esta magnitud. Nunca se pensaron la universidad como la meretriz de una práctica corrupta al servicio de grupos políticos, sin embargo, la degradación moral en la que ha caído es el resultado de personas que han renunciado a la responsabilidad de pensar moralmente la educación como la posibilidad de responder a los desafíos de la sociedad colombiana. Pero también es un llamado de alerta para saber a quién se le entrega la responsabilidad de dirigir los destinos de las universidades y demás instituciones educativas.

Es un llamado de atención ante la cultura que cree que los valores se pueden comprar, y ante quienes promueven la idea que para alcanzar todo éxito, se puede romper con los valores y principios éticos. Ante esto, es necesario indicar que la ética no es solo un catedra, sino que es la identidad. La universidad debe ser ética o de lo contrario estaríamos ante una empresa inmoral, delictiva que amenaza la vida, el bienestar y la justicia.

La ética, por lo tanto, es una necesidad urgente en la academia para recuperar el rumbo. Lo de la Sergio Arboleda es vergonzoso para quienes estamos en la academia y es una realidad que no puede reproducirse; aún más, cuando de aquí son egresados presidentes, ministros, senadores y funcionarios que tienen bajo su responsabilidad los destinos del país.

Esperamos que el Ministerio de Educación y la Justicia Colombiana tomen las medidas en este caso y en otros que de seguro se pueden estar presentando.