En medio de las montañas de noticias que se mueven en Colombia a diario, la mayoría negativas y relacionadas con la violencia, poco se ha conocido y dicho sobre la matanza de más de 300 águilas cuaresmeras en Falán, municipio al norte del Tolima.
Les dispararon con escopetas de perdigones, aprovechando que vuelan en “parvadas” o grupos. Estas aves, científicamente se denominan “Buteo Swainsoni”, son migratorias y vienen desde el norte de los Estados Unidos y el Canadá. Popularmente se les llama “Águilas cuaresmeras”, porque precisamente emprenden su vuelo milenario en tiempo de Cuaresma para el mundo católico, en busca de mejores climas.
Las propias autoridades del Tolima dieron a conocer este crimen ecológico, atroz, por decir lo menos. Cazadores desalmados, por cierto, les dispararon para consumir su carne “dizque porque sabe a pescado”. Y aquí cabe la Pregunta Fregona:
– ¿Cuántas habrán matado si dejaron tiradas 300?
La Corporación Autónoma Regional del Tolima /Cortolima viene investigando el caso con apoyo de la Policía Ambiental, pero hasta el momento no hay nadie imputado, ni siquiera requerido por las autoridades. La ley prevé penas que oscilan entre 15 y 54 meses de cárcel y multas hasta por $900 millones. Las mismas que en la gran mayoría de casos, como este, quedan en veremos, en la más completa impunidad.
Estas águilas buscan las vegas y bosques cercanos a los ríos Combeima, Lagunilla y La Yuca, donde descansan y se realimentan en una travesía por más de 25.000 kilómetros. En el camino fueron interceptadas por los “matapájaros”, mientras que las autoridades ambientales dicen que su carne no es comestible, que no es apropiada para los humanos.
Según Cortolima 200 ejemplares muertos fueron encontrados en la vereda “El cucharo” y las demás en la vereda “Taberas”, siempre en Flandes, municipio, donde paradójicamente, se impulsan programas para atraer el turismo histórico y ambiental aprovechando que allí se encuentra “La ciudad perdida de Flandes”, compuesta de ruinas históricas, mientras que en el campo ecológico ofertan los paisajes naturales y el avistamiento de aves.
Seguramente allí está imperando la llamada “Ley del silencio” o complicidad, porque en una vereda muchos deben saber quiénes son los que se dedican a cazar estas águilas.
Estas aves buscan llegar a Panamá, Colombia, Venezuela, Argentina y otros países… para luego emprender el regreso cuando el clima en sus sitios de origen es favorable…pero en esta ocasión el regreso estará marcado por ausencias como producto de depredadores colombianos, en Flandes. @Falavi2005