Creo que es el momento que debemos pedir en estos días del triduo político que nos salvemos de la mala política.
Justamente si el 13 de marzo pasado fue la última cena para decirles al país quienes entraban en el vía crucis de una campaña presidencial polarizante al seguir optando por los extremos, aunque los candidatos de punta nieguen serlo y un tercero hable de una remontada tardía, tibia e inexistente.
Nos acercamos a la crucifixión en que elegiremos al presidente que será el momento de la votación. Al final, estará la esperada resurrección con la asunción al poder ejecutivo de quiénes hemos sufrido con ansias y esperanza la posibilidad de un nuevo día político para el país.
Así es la política, un misticismo ideológico para unos. Un deseo de poder. Un deseo de esperanza. Una realidad compleja.
Deseo para este país lo mejor, pero soy un escéptico ante la política. No creo en purezas de nadie, somos humanos, simples mortales. No hay mesías en la política que nos salve. La salvación es de todos y con todos más allá de los extremos, pero también de una política “nini” (ni de aquí, ni de allá).
La política, si es buena o exitosa, es la forma de hacer posible lo imposible. Es un gana-gana de todos, donde se respete por el estado los principios de libertades individuales, de empresa y seguridad (educativa, salud y la tranquilidad) y se defienda el bienestar general, la superación de inequidad y la dignidad humana para todos
No soporto el populismo de unos y otros en el tema de las pensiones. Es un sistema que estallará más temprano que tarde. No lo defendamos, pero no lo critique cuando por decisión propia somos cotizantes en ese perverso sistema. No hagas lo que yo hago parece ser el lema.
Me preocupa que justo en la campaña los “revolucionarios” realicen atentados y el ejército regrese – si es que dejó de hacerlo – a los falsos positivos. ¿No es una locura? Grupos armados, (me niego a hablar de guerrilla), “defensores” de un pueblo que no los respalda ni con el 1 % de la votación de justificaciones a la derecha y que un “operativo de fuerzas especiales” nos traiga un dejavú a lo peor de los falsos positivos que además de horrible es la mejor campaña para el otro extremo ideológico. Tal parece que es una alianza política macabra donde las dos líneas paralelas extremas si se cruzan como en la geometría de Lobachevski.
Solo me queda recordar a una canción críptica (pues hay muchas historias de los fines últimos de texto) de Silvio Rodríguez y dedicársela a cada candidato, a todos, de esta política que nos condena como a los Buendía.
Ojalá se te acabe la mirada constante
La palabra precisa, la sonrisa perfecta
Ojalá pase algo que te borre de pronto
Una luz cegadora, un disparo de nieve
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte
Para no verte tanto, para no verte siempre
En todos los segundos, en todas las visiones
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones