Por: GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL
La vida me permitió conocer a José William Garzón cuando fungió como Director de la CVC. En varias charlas entonces sobre la conformación geológica del Valle del Cauca y en especial sobre la estructura de la cordillera Occidental y la presencia de fósiles de caballitos marinos en ella,me di cuenta que quien conversaba conmigo era un experto conocedor de la estructura de la tierra.
No en vano Garzón había estudiado en Rusia Geología y a más de un PhD, se regodeaba con una experiencia única en el estudio de las entrañas petroleras de Siberia y por ende del mundo.
Su sapiencia en esas materias es pues indiscutible. Pero, como siempre sucede con los estudiosos, la capacidad de aprender más les inutiliza el olfato para entender la dureza de la vida diaria y en vez de seguir una exitosa carrera en sus saberes y en su brillante ejercicio como funcionario público se dejó traspapelar en las curvas tentadoras.
Por eso, quizás, cuando encontré el libro ORDEN EN EL CAOS, una historia cronológica de la tierra y de la evolución de la vida en ella, no solo me reconcilié con su sabiduría sino que me deleité con un texto profundamente didáctico, cargado de sencillez para ser claro y de brillantez en el lenguaje para conseguir que quien lo lea sienta que ha aprendido muchísimo con pasar sus páginas.
Describiendo época por época de la formación del planeta Tierra desde el Eón Hádico hasta nuestro actual Antropoceno, vamos viendo pasar momento tras momento, seleccionando los animales y las plantas banderas de cada período en una evolución lógica haciendo énfasis en dos pivotes fundamentales: la tierra siempre fue bombardeada por gigantes o medianos asteroides que dejaron sus cráteres como huellas casi siempre en el hemisferio norte, y sobre todo ocasionando fines de períodos completos, desapariciones de especies y evolución continuada de otras, las sobrevivientes.
Curiosamente, responsabiliza al sol de ser el promotor de las variaciones sufridas por los giros del sistema solar dentro de los distintos brazos de la galaxia a que pertenecemos y por ende de acercarse o alejarse de las zonas de asteroides y cometas, y de las tempestades solares que tanto daño o bien nos han hecho.
Sin embargo cuando obtiene la conclusión escueta de las 143 páginas magistrales cae en el error de pronto muy masónico (Garzón es grado 33 de la Masonería Colombiana) de responsabilizar al ser humano de generar el profundo cambio climático que hoy soportamos, olvidándose que ha dictado en el libro una cátedra sobre la intervención del sol y los asteroides en la evolución del planeta y que los seres humanos apenas somos un accidente. Se aprende mucho con su lectura.