Por: GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL
Cuando recién elegida la gobernadora del Valle, Clara Luz Roldán, vino generosamente a visitarme para pedir orientación en su labor como mandataria de mi departamento. Rápidamente me di cuenta que el Valle iba a ser gobernado por una ama de casa en todo el sentido de la palabra.
Se le veía muy a las claras que era una mujer medida, recatada, que actuaba como la señora de hogar que conoce cuántos y en dónde están cubiertos y manteles, platos y trapeadores. No me equivoqué. Desde sus primeros pasos o en los momentos más difíciles, administrando la pandemia o solventando las diferencias abismales con el inquietante mal gobierno del alcalde Ospina en Cali, la gobernadora no se exageró y haciendo inventario amable, interpretando más humana que políticamente a los causantes del paro dañino o las mismas actitudes incomprensibles del alcalde de la capital vallecaucana, pudo vadear el crecido río que amenazaba a cada curva.
Aceptando muy a las claras que los departamentos no pueden tener iniciativa en el control del orden público o de las fuerzas militares, dejó a manos del gobierno bogotano las actuaciones en ese sentido así los culifruncidos empresarios y oligarcas la minimizaran o despreciaran por no asumir mandos ajenos.
Pensando entonces en solucionar las crisis económicas hogareñas y gestionando con la voluntad y el pulso de una líder de barrio prefirió convertir en razón de estado el emprendimiento para revivir la sufrida clase social vallecaucana de los estratos intermedios.
Apoyada en el Fondo Valle INN, creado de manera lógica aunque bautizado tontamente, encontró el canal para prenderle de nuevo los motores a muchas personas y familias que quedaron jodidas con la pandemia, a otros que los cajoneo el paro y a tantos que siempre habían querido levantar cabeza como trabajadores independientes.
Facilitó entonces el gato para el montallantero de Cartago. La máquina de coser para la confeccionista de Buenaventura, las ollas y manteles para la sancochería de una barriada caleña. Songo sorongo, la gobernadora ha implementado el futuro de muchas gentes, y a adquirido con ello un respeto y, en especial, un blindaje ante las críticas que le hacen los contratistas que ejercen la política y solo esperaban más y más cemento.
No puede ser perfecta, obviamente. Ha despilfarrado pendejamente las armas comunicadoras de las redes y la televisión y hasta quizás le haya faltado haberle dado garrote a los estorbosos, pero recalcando con su accionar que un ama de casa puede ser una excelente gobernante ahí va, lenta y prudentemente, dando ejemplo a un país que tal vez requiere es de mujeres comprensivas como ella para poder afrontar el porvenir.