Así, decía “cielito lindo”, una popular canción mexicana de los 50 y 60. No “lloremos” más, miremos adelante y entendamos que la comunicación y el periodismo han cambiado, tampoco atrincherarse evitará el cambio que YA SUCEDIÓ.
La crisis de los géneros, del esquema de la clásica pirámide invertida, de nuevos formatos, incluso la aparición de nuevos géneros como post, memes, videos cortos (TikTok o Now Nam), los podcasts, el fenómeno de los streaming y para cierre, la llegada del metaverso.
Como dicen los jóvenes “no aguanta” el repetir y repetir que las redes, no tienen profundidad en sus contenidos, que no tienen rigor en las fuentes y no tienen control de verificación. Tampoco se sostiene establecer que la viralidad es directamente proporcional a la superficialidad de un mensaje.
Como dice el comunicador y analista de medios Mauricio Cabrera lo que mayor molesta a los medios tradicionales es el desplazamiento del dinero que antes queda en ellos a “Mr. Beast, Luisito Comunica, Juanpa Zurita e Ibai Llanos”.
Es la vieja historia de que todo tiempo pasado fue mejor y no es así, cada momento tiene su espacio y no podemos añorar no seguir amarrados a la escritura en papiro o con plumas de aves. El mundo cambia y no necesariamente para mal, sencillamente cambia.
Creo que es momento de ver que no podemos ser censores de la libertad de expresión de los nuevos creadores de contenidos; en juzgar a las audiencias y consumidores como analfabetas. Las formas de lectura y escritura, de visionar o escuchar son otros.
Dos formatos: newsletters y podcasts han roto las defensas de los medios y son las armas más efectivas para un manejo más profundo de contenidos. Lo curioso es que han sido algunos de la escuela vieja, los que saltaron de las salas de edición, de los set y cabinas a incursionar sin las ataduras de las políticas editorializante comprometidas a otros intereses.
La realidad es que los neoperiodistas van acercándose a un dominio del manejo de la profundidad mientras que los periodistas clásicos se quedan sin dominar las nuevas narrativas. Esa batalla no tan silenciosa, entre dos formas de crear contenidos y de “empaquetamiento” de esos contenidos, hace que la oferta a los públicos sea cada vez más variada y en general tiende a ser de más calidad en uno y otro “ejercito”.
La resultante para los lectores, las audiencias en productos más frescos, libres de filtros engañosos sin renunciar a la profundidad con marca personal; la de los creadores. Igualmente van definiéndose temas y perfiles que crear entornos de fidelidad a esas marcas con “sello de calidad”.
Los medios tradicionales reciclados a lo digital solo han tenido una opción: los muros de pago, aduciendo calidad frente a contenidos. Sabemos que tal situación no es así. La resultante: una sangría de lectores-televidentes de periódicos, revistas y canales de tv. Lo alternativo, los neomedios en diversos formatos captura más y más audiencias desde lo gratuito.
Sin duda, las narrativas de hoy en manos de creadores libres le dan un golpe a los medios tradicionales que no han mostrado capacidad de cambio salvo excepciones. Hoy día un experto de un campo del conocimiento se hace viral es una fuente autorizada, creíble con voz e imagen desde un streaming en Discord, Twich, You tube, en Instagram o en un podcast.
En fin, los públicos somos más libres en un mercado abierto lleno de nuevas estéticas y variedad de fuentes unas atadas a intereses corporativos y otras muy independientes, plurales y con alta capacidad de argumentar. Canta y no llores. La libertad de creación y expresión están en una primavera.