Por: GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL
Este país es muy simpático. Por eso es que puedo escribir novelas sobre sus gentes y su comportamiento. Lo reafirmo cuando pienso en voz alta que la verdadera razón por la cual extraditaron a Úsuga con tanto afán para los Estados Unidos es porque aquí no son capaces de limpiar la corrupción del Inpec ni de la Policía que lo a administra y no podían dejarlo en manos de ellos.
Pero también puede ser porque en este país preferimos actuar como un protectorado de los Estados Unidos y entregarle parcialmente el ejercicio de la justicia de todo un país soberano a los jueces norteamericanos. Y lo hacemos por la misma razón por la cual no se puede desterrar la corrupción del sistema judicial colombiano y en los jueces y magistrados de la nación cada vez se cree menos en su equidad y se duda más si son volubles, no porque cambian las ideologías sino porque debajo de la mesa brilla el tentador billete.
Pero de la misma manera a Úsuga lo despacharon a las carreritas porque los servicios de inteligencia del estado, uniformados o no, jamás auscultaron de qué tamaño podría ser la reacción del entramado de los señores del Golfo ni de sus verdaderas capacidades para obligar a la parálisis y al terror a por lo menos un 40 % de la superficie de la república de Colombia.
Si la inteligencia militar o policial le hubiese llegado a advertir al presidente Duque o a su ministro de Justicia de la magnitud del poder de los señores del Golfo en armamento, en líneas de corrupción etc etc., muy probablemente ni el presidente Duque ni el ministro Wilson Ruiz toman tan precipitadamente la medida sin medir las consecuencias. El balance no se ha hecho todavía .El terror que sembraron desde el día siguiente que empacaron a Úsuga lo sintieron las gentes de los pueblos de 7 departamentos y hasta en las calles de Montería.
Curiosamente que declarara el estado de sitio para poder recuperar la normalidad y que al menos el millón y medio de litros de leche que desde el 4 de mayo no han podido sacar a los frigoríficos no tengan que seguirla botando.
No fue el general Vargas, Director de la Policía, ni el General Zapateiro, comandante del Ejército, quienes le solicitaron el estado de sitio al presidente Duque. Fueron los alcaldes que soportan el flagelo que en Bogotá no advirtieron ni en su tamaño ni en el pánico que causaron.