No hay nada nuevo en decir que hay tres actores que marcan los debates en los medios sobre las elecciones: las élites, los ciudadanos y los medios, pero en esta campaña 2022 se ha mostrado la fuerza de los ciudadanos y una creciente soledad de las élites y los medios tradicionales.
Los medios tradicionales han fijado como siempre una agenda en favor de su candidato y buscan influenciar al público a través ella, pero los ciudadanos han preferido una postura de cuestionamiento a ellos y una circulación de contra discurso desde las redes y medios alternativos. Los índices de consumo de los medios tradicionales han disminuido mucho y no solo tiene que ver con la crisis económica, es que no creen en los medios de las élites.
A la vez, el establecimiento, las élites desde sus líderes, sus voceros no logran que sean atendidos por gran parte de la ciudadanía; la resultante es un desinterés en sus mensajes, en la credibilidad de ellos y se ha roto en gran parte la empatía entre élite-voceros con la ciudadanía. Solo el candidato del gobierno que como todo populista, logra un encuadre los problemas y el público en los sectores más conservadores.
Finalmente, los ciudadanos juegan cada vez más un papel central en la comunicación política. Ellos son el actor principal que ha desbordado a los medios tradicionales e incluso a la propia campaña de su candidato de izquierda. La ciudadanía ha impuesto su agenda que afecta en qué y cómo los medios cubren los fenómenos políticos desplazando la agenda de los medios de comunicación que tienen claro que LOS PÚBLICOS, LOS CONSUMIDORES DE INFORMACIÓN HOY DÍA SON LOS “DUEÑOS” DE LA COMUNICACIÓN.
La campaña política colombiana curiosamente bajo el perfil mediático a menos de 15 días de las votaciones ya que los medios tradicionales comprendieron que la empatía del candidato que lidera las encuestas tuvo en ellos, en los medios, su mayor aliado al darle una tremenda visibilidad. Simplemente le hicieron la campaña.
Pero a la vez, la campaña ha mantenido la polarización y las posturas de centro poco o nada han significado, al contrario, fueron factor de consolidar las posiciones extremas. Hoy día han sido las redes sociales los grandes medios de las campañas, con una clara ventaja del candidato del cambio y un accionar muy organizado en señalar puntos de la agenda política para cada sector ciudadano. Hay un ejército incontable de influenciadores voluntarios desde sus casas generando, por una parte, un ambiente de victoria, de positivismo que abruma al candidato del establecimiento y por otra, de ataque fuerte al candidato del establecimiento ejerciendo toda la creatividad y el derecho de la libertad de expresión.
La resultante es un tono polarizante llevando la protesta social de las calles de abril del 2021 a desplazarse a la campaña política en todas sus formas de post, memes, tik tok, fotos, streamer, humor, artículos, cadenas de mensajes y publicidad paga en los sitios más diversos. La realidad: no hay capacidad de respuesta por el segundo de las encuestas.
La emotividad de la campaña es propia de una final de fútbol, nada la controlara más allá de los estrategas de comunicación están los ciudadanos.