El licenciado y magíster en historia de la Universidad del Valle, Luis Mario Recio, quién además se desempeñó como coordinador del área de Patrimonio y Archivo Histórico de Cali, realizó un breve recuento de la Iglesia de San Francisco que simboliza para los caleños y caleñas uno de los patrimonios más relevantes de la ciudad.

El templo de San Francisco ubicado en la calle 9 con carrera 5ta en pleno centro de Cali, es manejado por la comunidad Franciscana y se erigió entre los 1803 y 1827. Los planos fueron realizados por Andrés Marcelino Pérez de Arroyo, quien, al parecer por sus múltiples actividades, no pudo dedicarse a la ejecución del proyecto. Fueron maestros constructores los que llevaron a cabo la obra, encabezados por Fray Pedro de Herrera y Fray José Ignacio Ortiz.

Su fachada está constituida por dos cuerpos, el de abajo tiene tres calles, que se unen con las naves de la iglesia, en cada calle hay una puerta; la del centro más grande, y las superficies están arcadas en piedra, en contraste con el ladrillo. El entablamento presenta características de estilo dórico y las entrecalles están decoradas con hornacinas, superficies cuadradas y ovaladas que resaltan, detalles que manifiestan la influencia de los tratados manieristas en los que se inspiró Arroyo.

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El templo lo conforman el convento de San Joaquín, la capilla de la Inmaculada, la Torre Múdejar, la iglesia de San Francisco y un museo de arte religioso. La Torre de 23 metros de altura ha sido catalogada por el historiador Santiago Sebastián como «la torre múdejar más hermosa de toda América» y aunque hay dudas sobre el año de su construcción, la primera referencia escrita sobre la estructura se conoce de los grabados del viajero francés André (1876) y del Bogotano Julio Flórez (1883).

La construcción inicial, sufrió graves daños en la bóveda central como consecuencia del terremoto de 1885. Por lo que después de 1886, y con el cambio de régimen político, se llevaron a cabo reparaciones en el edificio del convento y en la iglesia, rematadas en 1892.

En 1925 la cúpula debió ser restaurada por Borrero y Ospina quienes la reforzaron con hierro y concreto. Después de  esta intervención se llevó a cabo la decoración de las bóvedas con pinturas de Mauricio Ramelli sobre la vida de San Francisco de Asís, ejemplo de la ornamentación “republicana”.

Muchas de las esculturas que se encuentran en la estructura fueron realizadas por el Taller Carvajal, cuyo propietario procedía de Manizales y quien, según recientes investigaciones contribuyó a dotar las iglesias y conventos de esculturas fabricadas a partir de moldes y terminadas en yeso, entre dichas esculturas están las de San Antonio, Nuestra Señora del Carmen y San Pascual Bailón. Con respecto a las lámparas, en su mayoría fueron donadas por familias prestantes de la sociedad caleña de fines del XIX y principios del XX.

Desde entonces y hasta ahora, la iglesia de San Francisco es paso obligado para turistas y transeúntes católicos del centro de la ciudad.