Desde la prolongada tardanza en salir a proclamar la amplia victoria de la primera vuelta el Pacto Histórico mostró su desconcierto y temor ante un cambio de discurso político por el oponente.

Y hay razones para esto:
Primero, Rodolfo desplazó a Petro en 48 horas del favoritismo en la primera encuesta presidencial de la segunda vuelta demostrando que hay una base social muy amplia que quiere en cambio, pero diferente.

Segundo ha dominado comunicativamente con un tal Egan Bernal, alguien que da alegrías y se adentra en la política demostrando la conexión generacional entre la juventud y la experiencia del candidato. Eso junto a un uso de vanguardia de las redes sociales con mensajes claros, sencillos, que desde la emocionalidad llegan al amplio entorno colombiano sobre saturado de una política agría y polarizante hace que el mensaje llegue, la gente ría y crea.

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Tercero, lo que era conocido, cobra sentido y una tremenda fuerza pues tener a William Ospina, el intelectual vivo más importante en Colombia, alguien de tanta credibilidad para todos en el arte, la política y el ambientalismo le roba todo a la otra campaña.

Cuarto, la campaña es minimalista, es de un tema y de allí va a todo: la corrupción y allí todo lo demás. Tal vez se vea vaga, agarrada a nada. Seamos sinceros estamos acostumbrados a las bellas, grandes y retóricas promesas, somos generaciones escuchando y creyendo en los expertos presidentes. ¿Por qué no a un hombre común que se le atraviesa a la política tradicional, en la que incluyó a Petro que lleva más de 30 años en estos juegos?

Quinto, ya sabemos que el desconcierto ha pasado a ser simpatía. La risa y la burla humana, junto al temple del abuelo del interior del país, es motivo de charlas y expectativas burlándose de todos los expertos y politólogos. La Colombia lejana de la Bogotá poderosa y la influyente Medellín tan berraca, encuentra en este hombre mayor una venganza a los eternos políticos de siempre.

Sexto, el Pacto Histórico no estaba listo para un oponente situado en su mismo lado y tan cercanas ideas tomadas por ambos contendientes de ahora de un Antanas Mockus y la Coalición de la Esperanza que siento fuertes en ideas siempre han sido incapaces de nada excitante tras aquella bajada de pantalones hace años. Hoy amplios sectores más temperamentales y vitales ven en Rodolfo una propuesta de cambio posible.

Ahora el Pacto Histórico lanza una inteligente estrategia. Hacer creer que no habrá perdedor, que son dos posturas iguales con la humana diferencia de dos nombres. Esa es la idea de la oferta de hoy, tender puentes entre ambas campañas.

Esa idea tiene dos fines: del control de daños de una derrota cada hora más posible y que la derrota no duela tanto, ante una posible estampida de un ganador que avanza. Por otro, montarse en un gobierno que necesitará equipos de trabajo que sabemos no tiene, a menos que venda el alma a los ubérrimos hoy aliados por unos días, pero no compañeros a futuro.

Es una estrategia de caballo de troya, de mimetizarse en el cambio del otro para hacer su cambio cuando sea posible. Es estar allí y no distante porque la política colombiana está en una inflexión.