Gardeazabal

Por: GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL

La feroz campaña electoral por la presidencia ha llegado al punto de no retorno, pero no para bien del país, sino para zozobra de millones de colombianos que seguimos oyendo sonar los tambores de la guerra y vemos de lado y lado vivir situaciones extremas.

Nunca antes habíamos conocido públicamente como se planificaba por internet una campaña porque estas se hacían de acuerdo a una vieja y tímida tradición electorera de respeto hipócrita, pero al fin de cuentas respeto. Todo ello se ha derrumbado como castillo de naipes para dejar reinando la peligrosa e irrespetuosa anarquía del internet.

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La presentación ante las pantallas de televisión y las de los celulares de la manera por lo menos irritante y bellaca como se generan las campañas, abusando de las mentiras de las redes, de la credibilidad ciudadana y de la maldad sico-cibernética ha sonado como una bomba dentro del seno de la ya fragmentada unidad de la izquierda, pegada con babas alrededor del Pacto Histórico.

El que sea el propio Roy quien dice en uno de los videos de zoom conocidos que él había sido marginado del staff directivo de la campaña, hace pensar que la filtración de los planes de los asesores de Petro y de su combo, pueden ser fruto de la venganza y no de la traición y que seguramente alguien maltratado en sus ambiciones hizo estallar la bomba.

Pero independiente del daño que haya hecho, esa bomba acerca peligrosamente al pánico y precipita actuaciones siempre torpes. De la misma manera, la respuesta dada por Rodolfo a Jaime Baily en su programa de televisión en Miami,afirmando con la cara de susto que solo un octogenario curtido puede poner, de que por primera vez tiene miedo.

Y, sobre todo, explicando inmediatamente después que si los de la campaña de Petro cranearon y realizaron ese rosario de actuaciones perversas contra Fico, Fajardo y Gaviria, él lo menos que puede pensar es que gentes así son capaces de hacer cualquier cosa. Para agravar más el clima, el curtido ex alcalde de Bucaramanga afirma, con lógica apabullante, que le van a dar cuchillo y no bala (como le dieron a Bolsonaro en campaña cuando lo llevaban en hombros) y que sus servicios de espionaje así lo han detectado.

Al fin de cuentas la bomba de los Petrovideos, el estallido de la unidad de la izquierda en pedacitos y el miedo, muy respetable pero rayando en los novelesco de Rodolfo, tensan demasiado esta última semana. Y como ya los indios llegaron con su minga otra vez a Cali y con su algarabía advirtieron que ahí están de nuevo, nada de raro tiene que, por estos días que faltan ante el pánico de no saber perder, unos y otros saquen la gente a las calles y volvamos a repetir las elecciones de los tiempos en que Cóndores no enterraban todos los días.