Esto ha sido como en el fútbol, unos hinchas llevan 60 años siguiendo a su equipo que nunca ha ganado y ha cambiado de nombre y técnico muchas veces, no está en cuestionamiento su lealtad. Ellos votarán sí o sí contra toda evidencia de una falsa política del amor y eticidad. Ganar es ganar y hay que complacer al 10 de este equipo porque de verdad a la tercera va la vencida.

El otro equipo, es la típica historia de un “muchacho” rico de un pueblito que tiene la pelota y aunque es mal jugador quiere jugar y llama a los demás a que jueguen sin haber entrenado, sin camisetas; de él es conocido un mal carácter y su fama de juego sucio. Ese equipo que solo es conocido por el nombre del “muchacho” también quiere demostrar que también pueden ganar.

La gente aburrida de los arreglos de siempre en la liga tiene a estos dos equipos uno con barras bravas, el otro con pura emoción. El estadio tiene la boletería vendida para el domingo que viene. En estos días los revendedores están mostrando las boletas para cada equipo. Hay quien las compra, otros están revendiéndolas y habrá hasta el que perderán su boleta regalada y no irán al juego.

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Los comentaristas y analistas de la prensa, radio, televisión e influenciadores de las redes estarán la semana repitiendo los fichajes de cada equipo, los refuerzos de último momento. También de las lesiones de tres importantes jugadores del equipo… ¿es rojo?… salpicón, es salpicón en el medio campo. Importantes pérdidas. El otro equipo, de un color amarillo-zapote está la vieja y severa lesión del “muchacho” y un aparente miedo escénico a salir en público.

Los acuerdos de los contratos a futuro de cada jugador en ambos equipos están más claros en el equipo salpicón; incluso en los lesionados de este juego. En el otro equipo, el del “muchacho”, nada se sabe por lo malcriado y caprichoso que es, se jugará sin saber a dónde estarán mañana cada cual que juegue el domingo.
El equipo arbitral está nervioso, también la policía que dará cobertura al estadio y sus alrededores ya que se sabe que esas barras bravas son bravas y destruyen todo por perder o por ganar. Fuera del propio estadio mucha gente que ni le interesa el futbol, están inquietos por este partido que muchos comparan con una pelea inédito entre un zorro astuto y un viejo comediante.

Eran muy claras las cuentas entre apostadores de cada equipo hasta hace unos días entre lesiones y escándalos extradeportivos, la tensión ha ido en aumento. Todo puede pasar y las apuestas van de un equipo a otro. Hay un empate técnico. Hay un margen de incertidumbre que asusta a los que han apostado pues hay demasiado en juego, aunque solo sea un juego y no el mundial al que ni clasificamos.

Este partido puede llevar al caos y a la quiebra de más de uno pues aquí no habrá tiempo extra o tiros de penales. Todo se juega en los 90 minutos del domingo 19.