El 58% de los colombianos votó; una muy importante participación electoral; 11 millones 300 mil votos por Petro y 10 millones 600 mil por Rodolfo; una diferencia de 620 mil votos, lo que representa un 3%. Los departamentos se dividieron en 17 para Gustavo Petro y 17 para Rodolfo Hernández.

Ganaron Petro y sus amigos, eso es lo que quiere la mayoría democrática y hay que respetarla. Cada pueblo se merece sus gobernantes y los colombianos escogieron la propuesta de ese candidato. Si bien hubo casi un 50% que no votó por Petro, quien gana es el que goza y el que va a dirigir los destinos del país en los próximos años.

Quienes, como este susurrero, hemos visto tantas elecciones, sabemos que las predicciones apocalípticas sobre el futuro, cuando llega un nuevo gobierno, a la larga, no resultan tan dramáticas. Colombia es un país de Instituciones y no se van a desbaratar de un día para otro.

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Para nuestra generación lo único que nos faltaba era vivir un gobierno de extrema izquierda, ya que hasta pandemia vivimos y la superamos; estoy seguro de que, este nuevo tipo de gobierno, será otra gran experiencia.

Petro es el presidente de la nación; todos los colombianos debemos desearle éxitos, de eso depende también nuestro bienestar. Quienes tenemos reservas sobre su proceder debemos, sensatamente, darle la oportunidad de demostrar que no es falsa su promesa de gobernar para todos y respetar las instituciones.

Desapareciendo para siempre el Uribismo, como caballo de batalla, y pasando a la extrema izquierda el poder, de manos del último Uribista gobernante, sin duda, comienza un nuevo lenguaje político. Se acaba para siempre echarle la culpa de todo a ese cuerpito y esos huesitos; ya era hora.

No es tiempo de pesimismos; recibamos este resultado electoral con expectante optimismo; tratemos de olvidar la horrenda campaña que, por fin, se acabó y démonos la gracia de la esperanza. Pongamos energías positivas para que el país salga adelante y no sigamos tan divididos como estamos.

El discurso de Petro fue el preámbulo de su gobierno: Muy elocuente. Su mensaje sobre el desarrollo del capitalismo, como eje de su gobierno, sin duda, debe tener aterrados a sus seguidores extremistas y sus contradictores. Nadie esperó esa declaración tan tajante a favor del sistema capitalista; primer gran cambio.

La presencia de la madre de una víctima de los encuentros entre policías y manifestantes y, haberle dado la palabra en medio del discurso presidencial, es un mensaje claro a las Fuerzas Armadas, de la manera cómo se les va a manejar.

Lo único que no podemos hacer es, desde ya, quitar el optimismo de quienes votaron por Petro, con la esperanza de que su vida va a cambiar; ojalá así sea. Hay que dejar que festejen el triunfo de sus anhelos de superación; Dios quiera que así sea y no una decepción más; solo el tiempo lo dirá.

No puedo dejar de mencionar la mano de votos que sacó el viejo Rodolfo Hernández; sin organización política alguna; sin salir de su casa en las últimas semanas, sacar más votos que el actual presidente Duque, es un fenómeno universal en el mundo de la política. Esos anti petristas, sin duda, están ahí y no los pueden desconocer; somos una inmensa masa crítica.

Ñapa: No le salió bien al electo presidente, darle órdenes a la Fiscalía y la Procuraduría; mal mensaje de intromisión en otros poderes.

Ñapita: El ardor de las derrotas políticas duran lo que dura la pérdida del equipo del que somos hinchas: 1 día y dos noches.

Ñaputa: La buena noticia, sin duda, es que se acabó la primera línea; ya no es necesaria.

Reconocimiento: La Registraduría no resultó ser tan mala como había dicho el Pacto Histórico, ¿me equivoco?