Pablo Milanés. el vecino en Miramar, el amigo de mi madre de noches cantando en el apartamento de la playa de 16 en los comienzos de los 70. Ese cantante honesto de voz única y poesía en cada canción ha regresado a La Habana en su gira Días de luz tras muchos peros, miedos y control policial a cada asistente al concierto.

Me cuentan que fue como subirse en un vuelo internacional, pero en este caso, fue en el Coliseo de la Ciudad Deportiva de La Habana, donde se encontraron 5000 cubanos con su trovador más querido.

Pablo Milanés tiene 79 años y está enfermo. Una voz con clara postura plural; un sobreviviente de los campos de concentración de los 60 llamados Unidades Militares de ayuda a la Producción (UMAP) tal vez compartió por última vez su voz en vivo en La Habana. El concierto fue controlado por los órganos policiales con miedo a ser una chisma que hiciera estallar el inconformismo y la desesperanza que tanto ha mencionado el cantautor a menos de un mes del estallido social en La Habana conocido como 11J por haber sido el 11 de julio del 2021.

Anuncio

Fueron dos horas y 25 canciones que cada voz de las 5 000 que consiguieron entradas rápidamente agotadas y mayormente controladas por el gobierno para garantizar una mayoría oficialista caso de que ocurriera algo en una isla que todo es sospechoso y de doble sentido. El concierto tuvo una delicadeza extrema en la escogencia de cada canción y lo que se cantó fue cantado a coro por cada asistente oficialista o no.

La poesía hizo unirse a todos, aunque entre verso y verso se dijeron las cosas que muchos esperaban. Iniciando con Madrigal y siguiendo con Comienzo y final de una verde mañana, Ya ves, Yolanda, No ha sido fácil o El breve espacio en que no estás, fue una bella noche -ya vi fragmentos que me han enviado amistades – y me hubiera encantado que mi amigo Luis Mondragón quien cantara con él en Medellín años atrás, hubiera esto allí.

Momentos centrales fue cuando cantó Los males del silencio (” El silencio ya no entiende / lo que es bueno y lo que es malo / sólo dice sí firmado / y acatando lo que ordenen), en una referencia a la tensión entre pueblo y gobierno y luego Éxodo:( “¿Dónde están los amigos que tuve ayer? / ¿Qué les pasó? / ¿Qué sucedió? / ¿A dónde fueron? / Qué triste estoy…”,) refiriéndose a una isla con 3 millones de exiliados de los 11 millones de cubanos entre los cuales está mi familia y yo. Finalmente, la canción Los días de gloria (” Los días de gloria/se fueron con todo / lo que un día fui”) fue un momento reflexivo y autocrítico de Pablo que mayormente no reconocen o quieren escuchar aquí en América Latina.

No fue un concierto político, fue un concierto con su público lleno de amor, aunque fuera realizado en condiciones de una vigilancia extrema. Algunos hubieran deseado escuchar Pablo cantar, Yo pisare las calles nuevamente, (“Retornarán los libros, las canciones / que quemaron las manos asesinas. / Renacerá mi pueblo de su ruina / y pagarán su culpa los traidores”). No fue así, pero pensamos que podremos y cantar (“Yo pisaré las calles nuevamente/De lo que fue [La Habana] ensangrentada/ Y en una hermosa plaza liberada/ Me detendré a llorar por los ausentes”).

Sin duda el gobierno cubano le teme al arte, le teme mucho, y por ello lo vigila y reprime censurándolo y callándolo con cárcel como a Mikel Osorbo – ganador de 2 Grammy – y José Luis Alcántara – artista plástico -, del Movimiento San Isidro a 9 y 5 años; protagonistas de la canción “PATRIA Y VIDA” que imperdonable para el gobierno cubano.