El perdón.

Recibió tanto amor, que el ambiente se impregnó de ternura y pasión, de Amor incondicional. Difícil de expresar si no se siente en tu propio ser. Fue la máxima expresión de amor que pude experimentar desde que llegué a este mundo. Esa casa y nuestros corazones quedaron inmersos para siempre de amor.

“Una ola de amor invadió aquella casa; ondulaciones de agua en el mar que una vez en la cúspide, descienden atraídas por la fuerza de la gravedad y te arroyan, te empapan, te calan, embebiendo tu ser”.

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No negaré que fue una bendición, un regalo de Dios. El poder de la despedida antes de fallecer siendo consciente y con tus facultades mentales intactas, es un regalo que no todos nos podremos permitir.

La muerte de mi padre fue Hermosa, envuelta de una fragancia de amor, de perdón, de redención, de luz y de esperanza. Cómo describir en palabras lo que envolvió a mi padre, lo que se percibió, lo que él percibió y lo que él se llevó. Cada poro de nuestra piel absorbió gran cantidad de ese amor para que no se volatilizara sin más, no queríamos compartirlo, lo quisimos todo para las que todavía debíamos seguir aquí. Tantos años mendigándole amor y ahora se mostraba majestuoso ante nosotras perpetuando cada inspiración y reconfortándonos por dentro.

«Y su alma partió en paz».
«Y mi alma quedó en paz, colmada y plena».

Perdonar no es un simple ejercicio, es una tarea dolorosa y no se obtienen resultados al instante, pero se obtienen al fin.

Que vacías os pueden parecer mis palabras. Qué sencillo, que bucólico, que fascinante se ve todo en un papel.

Os preguntareis ¿Acaso tu lo has hecho? La respuesta es sí, yo he tenido que ponerlo en práctica y cuesta mucho y duele más y no lo consigues a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera, pero si sigues intentándolo, de repente sientes que te liberas. Percibes que tu corazón está pleno, sientes que ese nudo en el estómago que formaba parte de tu día a día y que te acompañaba aplastándote por dentro corroyendo tu vida, como si formase parte de ti; de repente se va, se esfuma, se volatiliza y en su lugar penetra en ti una paz inexplicable que solo sentirás si te propones perdonar. Y la carga deja de pesar y cuando lo recuerdes de nuevo, ya no lloraras.

Todo está dentro de nosotros, solo debemos aprender a escuchar a nuestro corazón. Y perdónate a ti mismo, porque consciente o inconscientemente también dañaste a alguien alguna vez. Dale la espalda a tu ego. ¡Vive sin mochila, pero vive y no te limites a sobrevivir!

Y no se trata de disculpar continuamente el dolor que te puedan infringir, se trata de quererte a ti mismo, priorizarte, olvidar, y una vez lo consigues, el hiriente no podrá dañarte nunca más.

Esta historia es real, es la despedida de mi padre, sus últimos días, el amor, el perdón y el inicio de mi propia sanación.
Y le perdoné, y él, me perdonó.
 Fin