Recientemente tuve la oportunidad de ser invitada al conversatorio del escritor y periodista Joaquín Pereira, en su cuenta de Instagram @casadeescritor_es. Es un espacio que Pereira dedica a conversar y reflexionar sobre literatura, libros y creación de la mano de escritores de diversas personalidades.

Agradezco infinitamente que me haya invitado a esta tertulia, en la que no sólo abordamos algunos de los proyectos enfocados en lo literario que realizo desde hace unos años, sino también hablamos de algunos aspectos que le atañen como coaching de literatura. Uno de esos es el interés cada vez más creciente de escritores en ciernes por abordar su vida a través del género autobiográfico.

Considero que es uno de los géneros más difíciles ya que todos pensamos que tenemos algo que contar, pero ¿eso puede ser tan relevante que se considere de interés general?

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Por supuesto cada vida es única e irrepetible. Sin embargo, antes de abordar el relato autobiográfico habría que preguntarse en qué punto esa vida puede convertirse en algo único como para centrarse en su relato, y además a quién podría interesarle ese devenir tan personal.

De acuerdo con la definición que brinda el ensayista y profesor francés Philippe Lejeune, la autobiografía es un “relato retrospectivo en prosa que una persona real hace de su propia existencia, en tanto que pone el acento sobre su vida individual, en particular sobre la historia de su personalidad”.

De esta definición, destaco el enfoque de la autobiografía como un relato retrospectivo, es decir, que observa la historia de vida desde sus inicios hasta el momento de la actualidad, para hacer una mirada sobre la propia existencia.

Luego indica la definición que es necesario poner el acento en la historia de la personalidad. En este momento, estoy de acuerdo pero agregaría que es importante revisar también los acontecimientos que han incidido en esa personalidad y cómo se han enfrentado ésos acontecimientos. Considero que la palabra retrospección implica introspección: un reflexionar sobre sí mismo. Un acto que ciertamente requiere una dosis de valentía y de sabiduría, ya que no siempre encontraremos una vida ejemplar sino más bien la vida de seres humanos llena de errores y de desatinos, como le ocurre a cualquier persona.

De modo que extraer de esa existencia aquello que sea material para ser relatado no es una tarea fácil. Pero creo que cada uno de nosotros debe hacer esa tarea de retrospección e introspección en la búsqueda de un sentido de nuestros actos y decisiones.

De modo que en lo autobiográfico hay una identidad entre autor, narrador y protagonista del relato.
Asimismo, Lejeune indica que en este tipo de narraciones debe existir el llamado “pacto autobiográfico”, es decir una suerte de contrato entre autor y lector en el que uno se compromete a contar hechos verídicos sobre su vida mientras que el otro se compromete a creer en esa veracidad.

Si se quiere respetar este pacto, entonces la norma debe ser la honestidad, la franqueza. Para el autor implica exponer su verdad, su recorrido vital, de modo que tendría que preguntarse si está dispuesto a ello. Es, entonces, la autobiografía un género exigente, ante la cual son necesarias la reflexión y la introspección para convertir lo vivido en letras sobre papel.