Ayer vimos nuevamente a Petro, no el candidato, el paciente y sonriente candidato. Ayer regresó el Petro de ordeno y mando y claro no era para menos era su entrada a donde ha deseado estar por más de 12 años. Fue un discurso desafiante, más de campaña, más para empoderar al pueblo y reclamarle unirse como garantía de poder para hacer posible lo que desea. Fue a la vez, más un discurso para ser dicho en la ONU por un líder de los No Alineados fijando política internacional ante las drogas, los medicamentos y el medio ambiente. Fue un discurso reclamando como Bolívar nuevamente la unidad latinoamericana.
La exigencia de la espada de Bolívar, no sin resistencia de la casa militar que se demoró lo que quisieron para atravesar unos pocos metros sirvió para decir, soy el comandante en jefe y estoy aquí también como aquel que fue del M-19 y le rindo honor a Pizarro. Fue un gesto claro y lleno de simbolismo. Espero saber qué pasó con quién retardo la espada ¿fue Duque que estaba aún en la Casa de Nariño? ¿fueron los militares que no querían ver cómo se llevaban otra vez la mítica espada?
Petro estaba emocionado y mucho. Una cosa es desear y otra es ser. El lo dijo: los discursos no resolverán los problemas, serán los hechos y no hay tiempo, el país está lleno de expectativas y hay que generar los cambios si quieren ser opción política a futuro ya que él y su equipo es una generación de transición que debe formar cuadros políticos jóvenes para que continúen de ser posible (bueno esto no lo dijo), lo iniciado ayer.
El llamado a la unidad hay que entenderlo en un doble sentido el de todo el país y sectores para con Colombia y el latente llamado al Pacto Histórico, esa amalgama de grupos diversos, que están con tensiones internas pues muchos han visto pasar los nombramientos sin su nombre. Este gobierno sabe que el acuerdo nacional es débil, frágil y variable.
En el congreso cualquier cosa puede hacer romper la aplanadora de la que se presume. El cheque en blanco político puede ser roto en estos días de agosto y por ello Petro hizo que clase política tradicional sintiera detrás de sus sillas, a sus espaldas, la fuerza de la mitad o más del país.
A la vez el ministro de hacienda le hizo saber a Petro que la reforma pensada era un sueño y para evitar rupturas de primer día, en este matrimonio de conveniencia entre ejecutivo y legislativo van por una muy moderada que quedará en cerca de los 25 billones muy similar a la de Duque. Claro esto será paradójicamente posible – y no lo dirán- gracias a los ingresos del petróleo, ese “maldito petróleo” que ha llenado las arcas evitando una reforma muy dura que deseaban. Me alegro por todos.
Petro sabe que su victoria fue y así lo hizo saber, por jóvenes. Ese más de un millón de votos deben ser la continuidad del proyecto y por ello, van a ser parte del relevo de un mayoritario equipo de tecnócratas no petristas de pura sangre, pero creedores de reformas posibles. Esta generación políticamente curtida serán la primera línea que en el primer año van a una lucha contra el tiempo por capitalizar con consensos y no con consignas, lo más, para sostener el decálogo de gobierno mientras que al mismo tiempo formarán su propio relevo en los viceministerios.
Fue un claro mensaje de un proceso de recambio a futuro en la medida que se logren espacios de credibilidad para ganar más gobernabilidad en las elecciones regionales de un año. Esto es muy inteligente combinar experiencia política con lealtad.
Me llamó la atención las críticas a la Casa de Nariño, sus paredes, sus alfombras viejas y la burocracia ¿será que tendremos la Jacqueline colombiana haciendo cambios en la decoración y ambientes? ¿estará recordando las ideas del ingeniero en este tema? También, el definir un estilo muy de contacto con la gente, de estar en todas partes y generar espacios para continuos debates en donde día a día construirá la política desde el terreno. Estoy seguro de que no serán los consejos comunitarios, pero serán lo mismo.
Para mí, comienzo a ver nuevamente al Petro de Bogotá, donde pasión, personalismo y voluntad sin límite será quién arrastre a los otros a que hagan su pensar, al final es el presidente. El equipo de gobierno no es por un trabajo de equipo previo, muchos ni se conocen y ha sido armado con sorpresas de los propios elegidos. De ellos se puede decir que son capaces en sus campos, unos con experiencia política, otros no y otros son activistas en sus áreas. Así las cosas, a la vez de premura, habrá un aprendizaje individual bajo presión, de llegar a ser equipo, hacer trabajo colectivo y concertar políticas sectoriales desde la mirada del presidente. Mientras el país esperará.