KICO BECERRA

Una discusión sin final es la de quién tiene la culpa de los fracasos educativos colectivos. ¿La institución educativa? ¿Los maestros? ¿Los alumnos? ¿Los padres de familia? ¿El gobierno? ¿Toda la comunidad educativa?

Mirado de otro lado, es decir, cuando los resultados son sobresalientes, ¿quién es el responsable de ese éxito?

Hay Colegios, privados en su mayoría, desafortunadamente que, sacan buenos resultados en todas las pruebas de saber, comprensión de lectura y demás áreas; otros, en su mayoría públicos, gran tragedia que, están muy por debajo de la media nacional, que es bastante baja, por cierto.

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El currículo es igual en educación pública y privada; los maestros son formados en las mismas facultades educativas; los salarios son semejantes, no teniendo los privados la estabilidad de los públicos, ni las otras garantías laborales, exclusivas para los docentes públicos.

Es por tanto inexplicable esa diferencia en las pruebas de conocimiento, entre públicos y privados; ese debe ser un tema ineludible en este momento del cacareado cambio que, no se arreglará sin mejorar la educación.

El primer gran diálogo, donde todos deben ceder para conseguir éxito educacional es entre instituciones educativas, maestros, sindicatos de maestros, padres de familia y gobierno. ¡Sin buena educación no habrá jamás Paz!

¿Habrá un mea culpa colectivo? o ¿seguiremos echándole la culpa al gobierno y lavándose las manos los maestros y padres de familia?

Una pregunta que hay que absolver de primero es, dónde educan los docentes públicos a sus hijos. ¿En instituciones públicas o privadas?

La gran reforma educativa debería ser la primera en ser afrontada, antes que la tributaria, la electoral y otras; nadie duda que estamos padeciendo uno de los peores momentos históricos de la educación. Esa es la primera gran verdad que debe enseñar el ministro Gaviria; con mejor educación no hubiéramos tenido tanta guerra interna.

Ñapa: Espeluznante eso del crimen de los muchachos en Córdoba ejecutados a sangre fría por un coronel de la Policía.

Ñapita: No me aguanto la gana de preguntarle al Senador Bolívar, por qué no habló de las 3 masacres de esta semana; hasta hace 8 días las contaba todas. ¿Será que, cuando uno es gobierno no cuentan?

Ñaputa: Una cosa es dejar de seguir siendo el «Caín de América», como en gobiernos anteriores, y otra cosa es escabullirse por las hendijas para no repudiar lo que hace Ortega, en Nicaragua. ¡Pésimo mensaje del Canciller Leyva!