Por: GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL
Tiene 38 años. Nació y se crió en Flor del Monte, un corregimiento de Ovejas, en medio de los Montes de María, territorio feraz del que el país fue sabiendo por las masacres sin nombre cuando el azote paramilitar.
Es hijo de un par de campesinos. Su padre apenas alcanzó el tercero de primaria. Su madre no fue a la escuela, pero ambos le repitieron que si no se sabía leer no se podría progresar. Se educó como cualquier estudiante pobre de provincia, con las uñas, aguantando días con hambre y haciendo rendir hasta el máximo la mesada.
Se fue a estudiar Biología en la Universidad de Sucre en Sincelejo porque sus padres no podían costearle la carrera de medicina que había sido su deseo pueblerino. Sus tÍos y sus primos le ayudaron a salir adelante, como a tantos provincianos que viajan desde sus veredas a adquirir conocimiento.
Vivió en una pensión que pagaba alquilando un celular ajeno en el campus, al lado de una mata de guadua donde puso el cartelito. Se graduó y consiguió una plaza como profesor en una escuelita en medio de los barrizales de una vereda en Montes de María.
Desde allá se inscribió para concursar por una Beca Fullbright. Tuvo que prestar los 100 mil pesos que costaba inscribirse. Terminó estudiando en la Universidad de Tennessee. Allá se graduó y se especializó pero prefirió volver a Colombia. Entró a trabajar a Colciencias.
Se llama Arturo Luna, es el nuevo ministro de Ciencia,Tecnología e Innovación.Sus declaraciones al Heraldo de Barranquilla el domingo pasado sorprenden hasta apabullar orgullosamente a quien las lea. Son de una humildad enaltecedora, propias de quien ha vivido la aventura de la vida y no solo ha salido adelante sino que cree firmemente en el valor de la educación. Transpiran sapiencia y madurez. Busque más datos con antiguos amigos del núcleo de los Panizza de Ovejas y me averiguaron que su ejemplo de vida es vox populi en toda la región y que en el corregimiento de Flor de Monte, donde todavía viven los suyos no caben del orgullo.
Sus declaraciones empero deben haber llegado ya al profesor Wasserman, tan preocupado por ese ministerio y seguramente que tendrá otro criterio habiendo oído a Luna diciendo que su meta es hacer entender a la gente del común que hay ciencia detrás de todo lo que se usa y que ella no es inalcanzable.
Cuanto gozaríamos muchos colombianos provincianos yendo a acompañarlo el día que regrese a Flor del Monte para comer berenjena asada al fuego ,con ajo ,cebolla ,tomate y un trozo de yuca.