Por: GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL
La propuesta presentada por el presidente Petro a la delegación norteamericana que vino a conversar sobre drogas es una puerta de esperanza para quienes hemos creído y opinado siempre, y públicamente, que Colombia se humilló ante el imperio norteamericano cediéndole una parte fundamental de la estructura judicial del país.
El haber permitido por 40 años que un fallo de las Cortes gringas sea más respetable que uno cualquiera emitido por nuestros togados, es una equivocación macondiana. El haber preferido entregar a otros la solución de nuestros problemas, volvió regente la extradición. Pero como enseña la historia, todo instrumento de garantía judicial tiene su tiempo y su beneficio.
La extradición sirvió no solo para apagar el pánico que generaba juzgar narcotraficantes en los tribunales colombianos sino también para no arreglar ni el sistema carcelario ni el policial y volver más corrupto su tránsito. Retomar la iniciativa para exigir equidad hacia dentro y hacia afuera es una manera de hacernos sentir capaces de encontrar soluciones dentro de nuestras limitaciones.
Proponer que narcotraficante que no negocie con el Estado se va extraditado o que si reincida también lo será, pero que los que se vayan a USA como tales no podrán negociar bajo el amparo de la justicia anglosajona, tal vez no resulta tan fácil ni para el gobierno colombiano ni para los gringos.
Y no lo es porque la estructura decadente de la Policía y el Inpec no puede escaparse de los tentáculos de la corrupción sino se los mochan de un tajo, y aquí no hay nadie capaz de hacerlo. Y tampoco lo es para los gringos porque para su dominio imperial no es ni conveniente ni rentable despojarse de una herramienta de terror con la que subyugan a todos los que ellos quieren apabullar con su magnitud.
Es entonces una propuesta de capacidad contra otra de poder. El Estado colombiano no tiene capacidad para absorber la responsabilidad así se invente leyes de canje de delitos por especies, iguales a las anglosajonas para los criminales.
Y los Estados Unidos no pueden perder un ápice de su poderío en momentos en que la izquierda toma fuerza unitaria en todo el continente latinoamericano y las épocas de las repúblicas bananeras dominadas desde Washington, pasaron de moda.
Lo positivo empero, repito, es que el gobierno Petro ha retomado la iniciativa y es desde la Casa de Nariño desde donde se propone, no solo en donde se obedece.