En diversas ocasiones he leído y percibido en muchas personas cierta satanización de las redes sociales, pero cuando leí el caso del escritor cordobés Salvador Gutiérrez Solís enseguida me interesó. La semana pasada el portal The Objective publicó una amplia nota sobre la “tuiteratura” de Gutiérrez Solís. A través de “hilos” de Twitter, este escritor ha logrado atrapar a una audiencia que contabiliza más de ocho millones de personas.

Seguramente, se estarán preguntando qué es eso de “tuiteratura”. Pues ha sido la forma que @gutisolis ha encontrado para dar rienda suelta a su imaginación.

La red social le ha permitido exponer en hilos de 140 caracteres, su propuesta literaria, así es como él llama a estas historias, acompañadas de imágenes que hace él mismo con su móvil, en clave de ficción. Es decir, la suya es una “invención imaginativa” para relatar algo que puede pasar en cualquier lugar, que le puede suceder a cualquier persona, en cualquier momento.

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A cada hilo le precede un hashtag, que funciona como una especie de título que anuncia el tema que está tratando.
Así sus historias han navegado por toda la red y han hecho que a su perfil lleguen más de 57 mil seguidores para descubrir cada tanto lo que este novelista tiene que contar con intriga, con palabras sencillas pero bien estructuradas, con personajes que salen de entrelíneas para mostrar su humanidad, sus afectos y sus declives.

En la entrevista que José S. de Montfort (@jsdemontfort) escribió para www.theobjective.com, se pueden leer las razones que llevaron al escritor de novelas a crear estas historias en Twitter.
Todo comenzó cuando la editorial que había publicado su primera novela, Los amantes anónimos (Stella Maris, 2016) se fue a la quiebra y Gutiérrez Solís se encontró con un libro recién publicado pero en el anonimato y con cientos de ejemplares en los estantes.
La segunda novela, El lenguaje de las mareas (Almuzara, 2020), se publicó cuatro años después pero en ese lapso de tiempo, Gutiérrez se propuso no caer en la paralización que una primera publicación fallida le podía ocasionar.

De modo que, tal como le refirió a De Montfort, entendía que la imaginación “es un elemento que tenemos dentro de nosotros y que si tú no le das juego, no lo ejercitas, ese músculo se va aburriendo”. Fue así entonces como Gutiérrez Solís mantuvo su músculo imaginativo en constante ejercicio, con la escritura de hilos narrativos a través de Twitter.

El mismo dice en la entrevista que nunca pensó que esta propuesta iba a tener tal repercusión. Incluso considera que “no ha inventado nada”, ya que sus textos son un storytelling desarrollados como hilos, pero eso sí lo hace con el mismo rigor con el que escribe sus novelas policiacas. Dice: “La escritura es un proceso (…) por lo que tienes que presentar el material y ofrecerlo de la mejor manera posible”. A veces juega con los finales, pero se niega a explicarlos. Apela sin duda a la participación del lector como un cómplice que elabora su interpretación del texto y le da forma y vida a medida que es materia lectora.

Ante todo, Gutiérrez Solís considera este performance narrativo como literatura que se adapta a un nuevo soporte. Bueno, un soporte ya no tan nuevo como son las pantallas. La “tuiteratura” se presenta en un envoltorio diferente pero su intención se mantiene intacta: atrapar a un lector que busca conquistar nuevos mundos imaginados.