KICO BECERRA

Todo el esfuerzo, de más de una década para mejorar y acrecentar la industria hotelera y turística, para que unos trúhanes, disfrazados de proveedores de alimentos y bebidas, ahuyenten los turistas con el robo intimidante de los servicios en las playas.

Bien complicados que estamos económicamente para que, este renglón, al que le está apostando todo este gobierno, se vea empañado por estos abusivos maleantes.

Si por algo se destaca la visita a este país, por parte de los extranjeros, es por la calidez y simpatía de nuestros paisanos. Todo eso se destruye con esos actos de querer robar a los extranjeros; esos «tumba cachacos» se están haciendo daño a ellos mismos. El turista se venga de esas vivezas no volviendo y así acaban con la gallina de los huevos de oro.

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Si quieren que estos hechos no den al traste con el impulso al turismo, deben tomar severas medidas contra estos avivatos; no sólo las autoridades; corresponde a la comunidad ayudar a prevenir estos hechos ya que, se verá afectada con la ausencia de turistas.

Lamentablemente, playas como las de Barú y otras cercanas a Cartagena, están siendo ya víctimas del temor de ir a ellas, por los costos y los procederes groseros y amenazantes de algunos personajillos.

Algunas recomendaciones para no ser víctima de almuerzos millonarios:

1. Averigüe los precios y vaya pagando cada vez que le traen algo; no deje acumular la deuda.

2. Grabe en su celular los precios que le dan y lo que pide.

3. Pregunte cuánto cuesta estar en el lugar donde se acomode; se supone que todas las playas son públicas, pero, no para los cachacos quemados hasta la rabadilla.

4. Pregunte el precio de cualquier cosa que pueda ser cobrada: La música, el asiento, la carpa, el baño, el servicio a las mesas; si no lo hace, le pueden salir más caros que la comida o el trago.

5. Disimule esa cara de cachaco güeva, deje de imitar el acento costeño y quítese las medias blancas para ir a la playa; no dé ese papayazo; no incite al tumbis.

Ñapa: Somos considerados el tercer mejor país del mundo para visitar, por su variedad de paisajes y la calidez de su gente; no permitamos que unos pocos acaben con esto.