Corrían los finales de los 80 cuando, cuando en compañía del talentoso reportero gráfico Jorge Hernán Sánchez, acudimos en la noche del 26 de diciembre a cubrir la apertura de la Feria en el Distrito de Aguablanca y el campero Toyota en que íbamos en representación de El País se quedó pegado en un barrizal, llegando a Marroquín, ya habíamos pasado el Puente Cucarachas.
En penumbras empujamos y al patinar el carro quedamos bastante llenos de barro. Hechos unos “pobrecitos”, como nos decían los vecinos, llegamos a cumplir la cita. La Feria era organizada por la III Brigada del Ejército, pues su comandante consideró que allá también tenían derecho a la feria, la misma que al final fue tremendo éxito. Fueron tres días sin riñas, mucho baile, deporte y entretenimiento para los niños.
La Feria de Aguablanca se hizo porque era muy difícil llegar al “otro lado de Cali” para vivir la Feria tradicional. No había transporte suficiente y, además, las calles llenas de huecos, barro e inundaciones cerraban el paso.
Este recuerdo me sirve para destacarles que ahora, 40 años después, en el Distrito de Aguablanca son muy pocas las calles destapadas y las inundaciones son cosas del pasado. Al punto que solo en la mente de los mayores deben estar los recuerdos de los tiempos idos, los días de aquellos “aguandales”.
El golpe de la lluvia en las hojas zinc o en los cartones hacían presagiar lo peor, aunque también se le daba la bienvenida porque permitía recoger agua, pues esta escaseaba en las telarañas de mangueras que se extendían desde tomas improvisados o aljibes hechos en patios.
Cali se dedicó por varias décadas a “aguablanquiar”, como se decía en oficinas de planeación y directorios políticos, hasta que logró cambiar el panorama, para ello fueron necesarios créditos internacionales ante entidades del Japón e Italia, los mismos que fueron asumidos por Emcali con aval de la Nación. Ya habrá tiempo para detallar el plan de obras, pero destaquemos la TTO, Tubería Transversal de Oriente, que llevó agua potable, los planes de alcantarillado, pavimentación y el impulso a la vivienda social.
Ya en el Distrito de Aguablanca hay otro panorama, las inundaciones son historias por contar, hay vías anchas, zonas verdes, parques, plazoletas, dos hospitales, colegios y escuelas…
De las primeras ferias poquitos se acuerdan y ahora las rumbas callejeras son frecuentes, se baila en el pavimento, ya no se rumbea entre el barro. La rumba es en lo seco, ya no es en los “aguandales”. @falavi2005