Gardeazabal

Estamos dejando mezclar en un solo vaso ingredientes que pueden facilitarnos a la larga un cóctel muy amargo porque cuando podemos endulzarlo o morigerarle su sabor ácido escondemos el ingrediente.

Revisemos para no exagerar. Resulta que gracias al sistema empleado por la DIAN, y en especial por la existencia de la factura electrónica obligatoria, los recaudos extras de este año se proyectan muy cercanos a los 20 billones de pesos, que es más o menos la cifra que se aspira recoger con la hiriente reforma tributaria o Petrodieta.

En otras palabras que si hacen cuentas como son, podría aliviarse la cascada impositiva que se quiere decretar,pero todos esconden esas cifras. De la misma manera si se hace una reforma tributaria justa y no garosa, debería presentarse paralelamente ante la opinión pública ( y de pronto ante las cooperativas de contratistas que reemplazaron a los partidos políticos) una tabla de ajustes en la reducción de los gastos del estado.

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No es que se pida que reduzcan las inversiones, es que dejen de tener tantos ministerios y en vez de aumentarlos disminuyan su número y su burocracia. Que se supriman tantas consejerías, tantos ujieres, tantos vehículos y aviones al servicio de la casa presidencial y se ahorren mal que bien entre 1.5 y 2.0 billones de pesos al año.

Pero nada de eso aparece. El exceso de recaudos de la DIAN no se tienen en cuenta, la reducción de gastos se olvida, las deudas y desórdenes creados por combinar las funciones de la Creg con las ambiciones de los generadores y los transmisores de energía nos las abrochan a los usuarios.

Y como el polvorín de diferencias y desequilibrios sociales está al descubierto porque ya Damas de la Caridad sólo existen en Tuluá, el gobernante ha resuelto rociar con gasolina ese polvorín amenazándonos con que para no figurar con un déficit en la cuenta de subsidios a los combustibles, elevará a límites de recibo de la luz el precio final de la gasolina pero dizque no tocará al acpm para no alborotar los camioneros.

Gobernar es difícil. Calmar todos los apetitos de un pueblo disímil, lo hace más riesgoso aún. Pero combinar todo este poco de cosas en una coctelera puede hacerla estallar cuando la agiten y hasta nos quedamos sin el barman.