La muerte de Javier Marías provocó una ola de respuestas de parte de todos los lectores y de sus allegados, amigos y familiares. Sin duda, ha sido una partida dolorosa y sentida para quienes apreciaban el arte literario que este escritor supo transmitir a través de novelas como Corazón tan blanco, Todas las almas, la trilogía Mañana tu rostro, Berta Isla, Tomás Nevinson, entre otras, además de libros de artículos y ensayos.
Su amigo Arturo Pérez Reverte opinó que era una pena que Javier Marías se hubiese muerto sin recibir el Nobel y que este prestigioso premio deslucía sin haber estado en las manos del escritor madrileño.
Sin embargo, los homenajes más sentidos provienen de sus lectores. Una página en Facebook titulada Javier Marías con 12.768 miembros dan fe del dolor y del pésame por su muerte.
Aunque se dice que la lectura es un acto solitario, y ciertamente lo es en la medida que nadie puede reemplazar a quien lee, ni a sus ojos, ni a su inteligencia ni a su imaginación, cada lector se identificó con los testimonios expresados.
Uno de ellos confesó: “Quién iba a pensar que nadie estaba solo en la lectura. Viendo el mapa de fotos con libros dedicados, sentidos y amable en sus dedicatorias con mano zurda y que todos han compartido. Yo siempre me sentía solo leyéndolo, sin alguien cercano o cercana para comentarle mis asombros y escuchar los suyos. Nuestra secta fue secreta y lo seguirá siendo, entre nosotros fuimos tejidos por nuestro autor de manera selecta. No es fácil ser lector de Marías y por eso siendo tantos, somos pocos, somos los que deben ser”.
Me conmocionó la historia de un joven que en cada visita a Madrid se acercaba al edificio donde vivía el escritor en el centro de la capital e intentaba mirar por su ventana, o se acercaba al portal para ver si se lo encontraba por casualidad.
Otro lector contó que hizo un viaje de muchas horas para que Marías firmase uno de sus ejemplares durante una feria del libro en el parque El Retiro. Y con humildad el escritor negaba que aquella larga travesía tuviese el único objetivo de recibir su firma. Otros han mostrado estanterías con todos los libros del escritor, y no ha faltado quien enseñe sentidas dedicatorias del autor de Berta Isla y Tomás Nevinson.
Un grupo de lectores le escribió: “Nosotros, los mayores, lloraremos tu ausencia. Nadie puede olvidar lo que nos diste. Cada mañana en la batalla, todas las almas a las que consolaste con tus libros, recordaremos tu corazón tan blanco”.
Es en estos comentarios en los que encontramos al lector in fábula, según describió el semiólogo italiano Umberto Eco. Ese lector que es parte de la necesaria “actualización” del contenido, un cooperante indispensable del texto que le da una luz nueva con su interpretación. Esos lectores le han dicho adiós al hombre que fue Javier Marías, pero el escritor ahora yace en la eternidad.