Gardeazabal

Por: GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL

Desde muy niño he tenido gansos como mascotas. He aprendido a quererlos y a entenderlos y con la ayuda de los libros de Konrad Lorenz y de otros muchos más que he leído, a saberlos criar, cuidar y enterrar de viejos.

Nunca he comido ganso pero si se cuantas cosquillas se pueden hacer metodológica o lascivamente con una pluma de esas aves. Con su suavidad se sacan verdades o se aceleran procesos amorosos. Nunca me interesó saber de dónde sacaban los cobijones de plumas de ganso pero supuse, para no descomponerme, que podría ser cuando los sacrificaban para sacarles su hígado y hacer el paté de foie o como con las otras palmípedas comestibles, preparadas al horno.

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Pero no fue sino que los imitadores de los Bervely Ricos que se trasladaron a las casas oficiales para gobernarnos les diera por mandar comprar menajes domésticos, cuando pude darme cuenta de las atrocidades que cometen para arrancarle vivos las plumas y, en especial, lo botaratas que son los empleados inmediatos del presidente Petro y su señora esposa.

Por qué no nos metamos mentiras. El agua sucia de estas compras ridículas no les cae al señor Lizcano o a los funcionarios encargados de realizar esos gastos desproporcionados .Le cae toda y con fuerza a la imagen de Petro y a su esposa. Y como no tienen un manejador de imagen, así como tampoco tienen un vocero, las plumas de ganso y los televisores de 85 pulgadas de nuevos ricos le van a mostrar al país una imagen perenne de la calidad de gobernantes que tenemos.

Es obvio que ni Petro salió a hacer las compras de la lencería ni su señora estuvo suficiente tiempo en Colombia para revisar qué se estaba comprando con la plata de los contribuyentes, pero como a muy pocos se les podrá salir de la cabeza la mala idea de que así como despilfarran descuidadamente el presupuesto en unas compras de hogar van a manejar la república, apague y vámonos que esto se putió porque llegaron los Beverly Ricos a gobernar.