Por: GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL
Yo estaba convencido que la ideología de Petro era la de un leninista impermeable. Creo que exageré. Petro, lo he dicho y explicado muchas veces, es un leninista convencido y todavía aplica procedimientos y teorías de manejo del estado que usó, unas veces con éxito otras no, el fundador del comunismo ruso, pero resulta evidente que se ha dejado permear o por lo que ha vivido, o por lo que últimamente lo ha deslumbrado y convencido.
Por ello, tal vez, el batiburrillo que ha armado con pretender cinco reformas traumáticas para distintos estamentos del país las que han ido generando un clima de desconcierto y un petitorio cada vez más unánime de que rectifique sus pasos y no haga lo de la vaca cagona que se mete más en el pantano en vez de salir de él.
El pánico de quienes creen que Colombia sigue los pasos de Venezuela se reflejan en el alza desmedida del dólar porque muchos quieren irse del país. Con las ganas de desbaratar todo lo que funciona para cambiarlo por lo que mal aprendió a no entender en sus estudios de economía en el Externado.,ha generado el desconcierto.
Todo ello lo aleja de la experiencia leninista pero bastantes cosas lo aproximan a la filosofía y entendimientos ambientalistas y socioeconómicos que ha expuesto a lo largo de su vida, de sus cátedras y de sus escritos el profesor Hildebrando Vélez, químico, filósofo, graduado en la Nacional, la Javeriana y la del Valle y sabio PhD.
En algún momento de sus últimos años Petro debió haberse topado con este singular científico y se dejó convencer de él, de su labia y de su argumentación batalladora. De esa cantera entonces no solo proviene Irene Vélez, su hija ministra de Minas, sino las ideas anti extractivistas, las de reestructuración geopolítica del mapa nacional y alguna que otra barrabasada económica o social como las que a veces vomita Petro desde su twitter para asustar a los colombianos.
Colombia votó por Petro y lo eligió con cómoda mayoría. No votó por Hildebrando y sus ideas respetables pero muy discutibles. Pero como van las cosas y el hambre aparezca por comprar la comida en dólares, las tesis socioeconómicas de Hildebrando lo auto señalarán como el culpable.