Es irracional vivir la vida en plena tranquilidad, alegría y gozo. Tal vida no existe, los problemas y dificultades dan sentido a la existencia y al dinamismo de la propia vida. Estamos en tiempos difíciles para la gran mayoría, otros prefieren pensar que no existe tal dificultad, que no existe alguna pandemia, ni crisis. Pero la vida recobra su sentido cuando es luchada y cuando se supera los obstáculos, cuando existen los problemas.
Para reflexionar lo anterior, es tan poético llegar cada día a los espacios llamados “salones” reconociendo y asumiendo que algo nuevo va a suceder, que la clase preparada con dibujitos, frases y preguntas en el cuaderno de doña Rita como lo menciona mi coordinador, puede ser modificada por el simple hecho de que algunos de los 47 estudiantes agrede a otro, lo insulta o en ocasiones he llegado y he visto niños llorando, enfermos, otros en crisis, incluso drogados, todas las situaciones que pueden suceder en segundos, en las cuales el corazón puede llegar a palpitar muy rápido, con miedo profundo, de no saber ¿qué hacer? ¿Cómo actuar? Pensar ¿Cuál es el debido proceso? Y muchas cosas que pueden cambiar el día a día y que le dan sentido a mi vocación, a lo que soy y hago. Por eso es tan poético e inspirados la vocación del maestro porque jamás un día es igual a otro.
Referenciando a Estanislao Zuleta en su libro Elogio de la dificultad en su primer párrafo enuncia “la pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiestan de una manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidad. Entonces comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, países de Cucaña. Una vida sin riesgo, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y por lo tanto también sin carencia y sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes” ¿es posible acaso vivir una vida sin lucha? ¿controlar lo incontrolable? Es acaso posible ¿obtener una seguridad garantizada? Surgirían muchas preguntas más que nos permite vivir caminos de búsqueda y proyectarnos ante tal respuesta. Aún más cuando a nivel mundial vivimos problemas sociales que modifican y afectan nuestra integridad, nuestras relaciones, y que, a simple vista son conocidas por todos los miembros de la sociedad, por ejemplo, el hambre, la injustica, la violencia y demás problemáticas que afectan los paraísos afortunadamente inexistentes como lo menciona el autor.
Y sin pensamos en la relaciones humanas, se podría decir, que en ocasiones deseamos relaciones tranquilas, llenas de amor, de paz, sin sombras ni peligros, en vez de desear relaciones humanas complejas, que nos construyan, que nos estimule nuestra capacidad de cambio, nuestra capacidad de amar a pesar de las dificultades, por eso muchas relaciones amorosas se rompen con facilidad, porque cuando el enamoramiento se acaba, y nuestro egoísmo nos acecha, es preferible no arriesgar “el orden y seguridad que ha conseguido la vida”. Necesitamos relaciones humanas que nos vincule, nos comunique, una relación de dialogicidad, que nos permita una relación concienciadora términos de Paulo Freire que espero poder profundizar en un próximo escrito.
Además, como dice Zuleta “en lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo” en la educación se quiere y a muchos les gusta una educación bancaria, como lo menciona Paulo Freire donde los maestros tienen los saberes y los alumnos tienen sed de ellos porque están vacíos, y los reciben solo en aula de clases, una educación bancaria donde se llenan a los estudiantes de conceptos alejados de su realidad, donde la voz la tiene el profesor y los estudiantes tienen el deber de escuchar.
Paulo Freire critica esta realidad, este tipo de educación que no logra más que estandarizar, juzgar, controlar la vida de los estudiantes, y que aún sigue vigente (las pruebas saber es un ejemplo de ello ¿acaso todos aprendemos de la misma manera?) Freire hace una invitación radical que rompe los esquemas de este sistema y propone una educación Problematizadora, que permite vincularnos a la vida de los estudiantes, de sus experiencias, de sus emociones, logrando un acto de amor que transforma la realidad. “la educación problematizadora se hace, así, un esfuerzo permanente a través del cual los hombres van percibiendo, criticando, como están siendo en el mundo, en qué y con el que están” así lo menciona el autor en la pedagogía del oprimido, reflexionando que en la educación bancaria en la cual existe en nuestro contexto se niega dialogo, es una educación asistencial, incluso de dominación, donde algunos colegios se siente orgullosos por manejar una disciplina excelente, donde los estudiantes no hablan, no generan ruido, no se ponen de pie, es estática.
Pero en la educación problematizadora el dialogo hace parte las relaciones humanas, estas son indispensables, ayudan a describir la realidad, es crítica y, además, permite un proceso de liberación, desde la reflexión y la acción, una praxis “para ser, tiene que estar siendo” es una educación esperanzadora, la cual permite reconocer al ser humano con un proyecto, como seres en formación, que aportan a su realidad.
Es preciso reflexionar en nuestra realidad como una oportunidad, un proyecto al cual debemos aportar, no podemos seguir siendo indiferentes o pasar de largo por las calles como si no pasara nada. Esta realidad nos toca, nos duele, nos preocupa, nos vincula con la propia vida, ya son 1.406 casos confirmados, 32 muertos y 85 personas recuperadas de este virus hasta el día de hoy. Y a mi parecer están cifras son importantes, primero, porque históricamente hace muchísimo tiempo la humanidad no vivía algo similar a lo que estamos viviendo mundialmente y segundo, porque necesitamos ser coherente con nuestra realidad, amar nuestra vida y la del hermano, no podemos ser egoístas, meternos en un en una burbuja, necesitamos tener una responsabilidad social como ya lo había mencionado anteriormente. Pero también, reconocer que desde las crisis y los problemas surgen grandes soluciones, nos unen, y nos permite ser más humanos, más sencillos, más humildes, reconocer que somos frágiles y que hoy muchos están arriesgando sus vidas, las profesiones más humildes y menos reconocidas son las que están defendiendo la humanidad, en un acto educativo, en un acto de amor.