Gardeazabal

Por: GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL

EL CASO ALASKA SANDERS resultó ser este año el libro más vendido en muchos idiomas. Editado al español por Alfaguara, ha pretendido consagrar al suizo Dicker como el gran best sellers de ese género y a fé que lo ha logrado, aunque su novela tenga excesos y contrapesos que la maestría de otros autores han entronizado equitativamente.

Y ha logrado toda esa cantidad de lectores ávidos porque está construida sobre el modelo de novelas matrioskhas rusas, que la una contiene a la otra, hasta casi no acabarse nunca ni en miniatura.

Anuncio

Como tal entonces el caso narrado, el del asesinato de Alaska Sander, cuyo cadáver es encontrado en el momento en que un oso pretende devorarla a orillas de un lago en New Hampshire hasta cuando bastantes páginas antes del final detectamos que el asesino es la abogada del que lleva 11 años prisionero por un crimen que no cometió, aunque resulte sorpresivo o quizás forzado para la lógica narrativa, de verdad no importa.

Es tan intrincado, tan atrayente todo el mundo de sinuosas alternativas que ofrece la novela y sus personajes de principio a fin que no pierde ni el brío ni la tensión( ni la avidez del lector) durante ninguna de las últimas páginas que avanzan después de detectar a la asesina, una lesbiana irredenta pero capaz de hacer cualquier cosa para enredar la pita.

El narrador de la novela, un escritor exitoso pero metido a investigador, así como el policía de la localidad, enamorado de su mujer antes y después de que ella muerta en plena acción novelesca de un infarto, sobresalen por encima ( tal vez demasiado) de la personalidad de la víctima, de las amistades arandélicas con que la adornan y muy pero muy por encima de los dos eternos sospechosos de la trama, un ex soldado de Irak y su amigo un dependiente de almacén.

No es una novela de acción sino de sumisión. Tampoco es una novela de intriga aun cuando tensa tanto la atención del lector que termina por ser policíaca pese a las distracciones de la siempre siguiente situación o del consecuente enamoramiento paralelo del narrador. Y, curiosamente, no es una novela de actividades sexuales aunque el motivo del crimen hayan sido los celos.