Por: MARIELA DIAZ ROMERO

Con el mes de enero llega no solo la difícil cuesta de sobrevivencia de enero, sino también los días de las interminables promesas.
Al menos en España se llama la “dura cuesta de enero” a la dificultad de remontar financieramente un mes luego de los innumerables gastos de diciembre.

No nos llamemos a engaño, después de regalos, de cenas y de compras, nadie queda con el bolsillo desahogado, sino más bien ajustado.
Entonces, remontar enero se convierte en ejercicio de equilibristas y magos, para hacer que aparezcan de la nada los recursos que necesitamos y mantenernos a flote a pesar de ello.
Pero no hay que desesperarse, aunque a veces las circunstancias nos lleven a ello.

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Te lo dice alguien que siempre tuvo que remontar no solo enero, sino también febrero, marzo… y bueno pare de contar el resto de los meses. Sin embargo, por primera vez en mi vida llego a enero en bajada, ya que gracias a un trabajo que inicié en diciembre pude alcanzar el fin de mes con normalidad. Pero sé muy bien que no suele ser lo usual.

Sin embargo, la invitación es a no desfallecer, a no desesperar por duras que sean las condiciones a las que nos tengamos que enfrentar. Siempre, después de un duro invierno resurge la vida desde el fondo de la tierra.

Aunque nos hayamos hecho infinitas promesas en otras oportunidades y comienzos de año, que sinceramente no llegamos a cumplir, sin duda el primer mes del año es tiempo para que revisemos nuestras prioridades. Sin dudar, no detengamos el esfuerzo que esos sueños nos demanden hasta verlos convertidos en realidad.

Una de mis promesas para este año que apenas inicia es retomar la lectura de muchos títulos pendientes. Quizás no tengas ningún libro pendiente, sino más bien lo que deseas es apegarte al hábito lector, desarrollarlo como una de las constantes de tu vida. Creo que es una meta muy loable y beneficiosa, que en cualquier momento debes y puedes retomar si es que la has dejado de lado.

En ese sentido, para 2023 quiero seguir teniendo el privilegio de oler libros nuevos pero con una condición, si compro uno, otro debe salir.
El ánimo es que la cultura siga circulando y el libro como producto cultural debe llegar cada día a mayor cantidad de personas, ya sea a través de las donaciones a particulares o a bibliotecas públicas.

Este año también quiero leer más autores latinoamericanos. Quiero seguir conociendo a esos escritores que desde nuestro patio están creando imágenes y narrativas que nos ayudan a conocernos más, a reconocernos en lo que somos, que nos ayudan a re-descubrir nuestra identidad y nuestra cotidianidad así como también los retos y desafíos a los que nos enfrentamos y debemos dar respuestas inmediatas cada día.

Asimismo, quiero incorporar a mi vida lectora más obras escritas por mujeres, que han tenido que desafiar prejuicios, preconceptos y barreras para expresar lo que son y desean ser.
Y por último y no menos importante quiero seguir descubriendo nuevas voces de narradores y novelistas que nos deslumbran con su cosmovisión del mundo y se atreven a transmitirla a través de caracteres negros sobre blanco.

En ese descubrimiento hay un asombro y en ese asombro hay un maravillarse por todo aquello que, con la palabra, la humanidad es capaz de crear.