Gardeazabal

 

 

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Por: GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL

Pocos colombianos saben que a más de la mítica Marquetalia de Tirofijo existe, en el departamento de Caldas ,un municipio llamado igualmente Marquetalia y que escribiendo de su vida y sus paisajes o revirtiendo sus añoranzas con el mundanal ruido de los poetas ibéricos existe un escritor, hibridado en Extremadura, que hace buenos versos y asombra con sus narraciones.

Antonio María Flórez, médico de la Universidad de Caldas, especializado en medicina deportiva y drogodependencia en Sao Paulo y Madrid, saca tiempo de su quehacer diario en un pueblo español para rendir literariamente homenaje a Marquetalia.

Dotado de una habilidad retratística indudablemente heredada de su abuelo materno, el famoso pintor español Trajano de la década del 30antes de la guerra, el médico Flórez acaba de publicar un libro donde reúne poemas de distintas etapas de su vida. Yo le he leído desde cuando era estudiante de medicina en Manizales y medido sus altibajos como narrador del exilio o en su prosa didáctica, pero no conocía su faceta poética y me ha asombrado la fuerza de su verbo, la totalitaria concreción de sus ideas para que no se salgan del verso ni vayan tampoco a atropellar la métrica sonora pero impalpable en que están construidos sus poemas.

Desde los potreros de Marquetalia, donde los niños juguetean, hasta el miedo de los muertos de la cruel violencia del Oriente de Caldas,que chorrea sangre y cruces en Marquetalia, o los momentos rumiantes del médico que exprime impresiones citadinas europeas sin dejar de ser el campesino que se montó en bus para salir de su terruño e irse a vivir aprendiendo por el mundo, todo en su poesía tiene sabor y gracia hasta hacerse inolvidable al lector.

Y cuando ya se cree que todo termina y que la superficialidad del momento puede hacer olvidar la compenetración del galeno, nos revienta en la cara con poemas breves muy bien joteados como aquel que dice “Asómbrate de todo el tiempo que nos falta para ser eternos”