Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal
Hace muchos años, cuando fui alcalde por primera vez en Tuluá y no existían los celulares, se apareció a las 6 de la mañana al apartamento del Edificio Montoya, donde viví todos los años de burgomaestre de mi pueblo, el secretario de Obras Públicas, James Murillas, y con la serenidad que le ha permitido triunfar en la vida, me dijo entonces sin parpadear “ alcalde, anoche se nos robaron una calle”.
Ayer, al leer la noticia de cómo se robaron la calle Bolívar en Zaragoza, Antioquia, pensé en la cara que podrían haber hecho al saber la noticia los turistas o visitantes que estuviesen en esta población del bajo Cauca, donde fue alcalde de ingrata recordación hace muchos años la madre de la hoy controvertida ministra Corcho.
Y debe haber sido igual a la que puse yo cuando mi secretario me explicó que al pavimentar la calle 25, para ampliar las vías de Tuluá hacia lo que sería el Nuevo Farfán, la maquinaria del municipio había encontrado el día anterior una veta de arena finísima, de la usada para repello, puesto que por esa vía corrió antaño el rio Tuluá.
Durante toda la noche, en carretillas de caballo y manuales, en volquetas, y siempre a pala, habían vaciado toda la arena de la calle y nos dejaron gigantesco hueco. En Zaragoza, zona aurífera por excelencia, el viernes anterior el contratista que pavimentaba la calle Bolívar (ya no existen maquinarias en los municipios y todo se contrata) habían encontrado una peña de oro y con disimulo, en volquetas del municipio o del contratista, estuvieron sacando la tierra para irla a echarla a un lote que afirman es propiedad del actual alcalde.
Como a los ciudadanos no les pareció normal tal actividad, se fueron a asomar y descubrieron los más baquianos que lo que estaban sacando no era tierra común y corriente sino tierra para lavar y extraerle sus pepitas de oro. Corrió la voz y a pala, como hicieron en Tuluá, o con lo que fuera, medio pueblo se precipitó a escarbar en la calle Bolívar a tratar de encontrar la pepita que les garantizaba la comida del día siguiente. Imaginen el alboroto y el hueco que dejaron ¡!!