La exposición prolongada a sonidos de alta intensidad puede tener efectos negativos en la salud auditiva, independientemente si estos se perciben como agradables o desagradables.

En ese marco y con miras a que la ciudadanía reflexione acerca de estos efectos nocivos, el miércoles se conmemora el ‘Día Internacional de Concienciación sobre el Ruido’.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud-OMS, desde su definición primaria (sonido inarticulado, por lo general desagradable-RAE), el ruido es un fenómeno percibido de forma subjetiva. Su percepción puede variar de persona a persona y en ello intervienen factores tan diversos como la edad, el contexto y la sensibilidad fisiológica.

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Si bien tendemos a confundir ruido, sonido y volumen, es importante entender que nos estamos refiriendo a conceptos muy diferentes. Un ejemplo de esto puede ser que el sonido, para muchos relajante, de la caída de agua en una cascada y el ruido del pito de un vehículo, tienen un volumen de 80 decibeles (dB). Esta condición de relatividad entre sonido y ruido, es la primera causa de reportes de molestia ambiental que hacen las comunidades. Sus efectos están relacionados con la audición, el sistema nervioso vegetativo, la psiquis, la comunicación oral, el sueño y el rendimiento.

La exposición prolongada a sonidos de alta intensidad puede tener efectos negativos en la salud auditiva, independientemente de si se perciben como agradables o desagradables. En este sentido, la OMS calcula que el 80% de las personas que habitan grandes centros poblados, diariamente se exponen a niveles de ruido que superan los límites saludables. Asimismo, más de 1000 millones de personas en edades comprendidas entre los 12 y los 35 años, corren el riesgo de perder la audición debido a la exposición prolongada, excesiva música fuerte y otros sonidos recreativos.

El ruido puede ser cualquier sonido no deseado y no necesariamente se relaciona con la amplitud del sonido (volumen). Un ruido puede ser muy bajo, pero al mismo tiempo molesto.

Es bueno precisar que el volumen es la unidad de medida en decibeles (dB) y hace referencia a la amplitud o intensidad del sonido, es decir, a qué tan fuerte o suave se escucha. Por otro lado, el ruido se refiere a cualquier sonido no deseado o molesto que pueda interferir con la calidad del sonido deseado; no necesariamente está relacionado con el nivel de presión sonora.

Wilman Álvarez, líder del Grupo de Calidad Acústica, del Departamento Administrativo de Gestión del Medio Ambiente-Dagma, reveló que en lo corrido de 2023 se han recibido 168 quejas por ruido. Si bien esta cantidad ha disminuido comparativamente con el año anterior (239 en el mismo periodo de 2022), las visitas de inspección, vigilancia y control (IVC) se mantienen (239 en 2023), al igual que los operativos de medición de presión sonora que junto al Laboratorio Ambiental realiza el Dagma (177 en 2023).

“El ruido puede ser subjetivo en términos de su impacto en el bienestar y la calidad de vida de las personas. Lo que puede ser ruido para una persona, puede no serlo para otra. Eso depende de factores como el contexto en el que se produce y la sensibilidad a la presión sonora individual. El respetar el derecho a la tranquilidad y el descanso del otro, es clave para solucionar los problemas a la convivencia y la salud que genera la mala práctica ambiental de hacer ruido”, argumenta Álvarez.

Para tener en cuenta…
Es importante que la comunidad identifique la fuente generadora de ruido y denuncie ante la autoridad correspondiente, con el propósito de obtener una solución efectiva a su solicitud.

Si el ruido es generado por espectáculos públicos, establecimientos de comercio y de servicio como discotecas, bares, restaurantes, cerrajerías o centros de peregrinación, debe comunicarse con el Dagma a la línea fija 602 660 68 83, al whatsapp 350 583 45 64 o al correo electrónico contactenos@cali.gov.co.