Por: Gustavo Alvarez Gardeazabal.
Hoy hace 66 años, como consecuencia de un paro nacional financiado en buena parte por los patronos que pagaron a sus obreros y empleados para que no trabajaran y, auspiciado por otra parte, en el malestar general ante la forma como manejaba al país el presidente Rojas Pinilla, éste tuvo que renunciar al cargo y fue reemplazado por una Junta Militar que en menos de un año convocó a un plebiscito para cambiar la Constitución y elegir posteriormente nuevo presidente.
Para poder llegar a esa situación tuvieron que llenarse unos vacíos, deponerse ambiciones personales, económicas y políticas y constituir lo que se llamó el Frente Nacional. Fueron entonces los dos grandes caudillos de aquella época, los expresidentes Laureano Gómez y Alberto Lleras Camargo, quienes firmaron los pactos en Stiges y Benidorm con la fórmula mágica de que derrocado el general Rojas Pinilla, liberales y conservadores se repartirían por partes iguales y por 16 años y 4 períodos presidenciales, la suculenta marrana de la burocracia nacional y el presupuesto contractual.
Viendo este evento singular en nuestra historia 66 años después de sucedido y dejando a un lado las consecuencias que ahora le achacan por haber entronizado la corrupción, es obvio que fue un acto genial de la capacidad inventiva que los colombianos hemos tenido para salir de los atolladeros donde nos ha llevado la política. Por supuesto, el clima de violencia que se había apoderado del país pero, sobre todo ,la angustia de unas ciudades sin dotaciones válidas para recibir a miles y miles de refugiados del campo que huían de las matazones de esa guerra civil no declarada, precipitaron el acuerdo.
Era una época en donde las comunicaciones se hacían con dificultad por las emisoras de radio y por los marconis que reemplazaron los telegramas. Era un país más rural que urbano, pero todos se pusieron de acuerdo para participar del paro nacional, suspendiendo fábricas y trasportes y, apoyando el entendimiento entre antiguos rivales, lograron derrocar el régimen dictatorial que ahogaba su futuro.