Gardeazabal

Por: Gustavo Alvarez Gardeazabal

Desde hace siglos se ha dicho que la primera víctima en toda guerra es siempre la verdad. Pero hay guerras en donde se exagera tanto la mentira que ella termina siendo más importante que el motivo de las batallas que se libren. Eso le está pasando al mundo con la cada vez más costosa y más dañina guerra entre Rusia y Ucrania.

Es de tal magnitud las versiones, cuando no encontradas exageradas, que emite cada bando que uno, espectador a distancia apenas si alcanza a medir la tragedia.

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Lo que ha sucedido esta semana con al derrumbamiento de la presa de la Central Hidroeléctrica de Kakhovskaya llega a límites degradantes. Los rusos acusan a los ucranianos de haber realizado el terrible daño porque la crueldad de la guerra les permitirá seguirlos llamando nazis a los gobernantes de Kiev.

Los ucranianos a los rusos porque el daño no solo lo sufren ellos con sus canales de reguío sino porque la Central estaba en manos de Rusia desde el comienzo de la guerra. Probablemente ambos mientan al menos parcialmente. Fotos de satélite muestran que una semana antes de derrumbarse la presa era evidente que ya estaba dejando pasar agua por un boquete que no era una exclusa, de tal manera que bien puede haber sido una falla desencadenada.

Pero como la guerra se gana en estas épocas con drones y no con aviones con pilotos, con misiles guiados por internet y no con soldados de infantería y, en especial, con batallas libradas en las plataformas de internet, la crueldad del acto cometido se disminuye ante una humanidad que no tiene líderes para detener esa estúpida marcha adelante.

La ruptura de esta presa afecta los extensos sembrados de trigo, cebada y girasol( el maíz se cultiva en el norte),que dan de comer a gran parte del mundo.

Reconstruirla es posible si termina la guerra, pero como tardarán años, esos campos serán el desierto que nos dejará como recuerdo la guerra de las mentiras